César Bona pasó de ser un maestro anónimo que daba clases en un colegio de Zaragoza a convertirse en un referente para familias y compañeros de profesión. Hace unos años quedó finalista en el concurso internacional Global Teacher Prize y se hizo famoso. Desde entonces ha recorrido España conociendo centros y ha publicado dos libros -"La nueva educación" y "Las escuelas que cambian el mundo"-. Esta semana estuvo en Arona, como invitado de honor en la inauguración de la Universidad de Invierno de la ULL.

¿Cuál es la principal cualidad que debe tener un maestro?

Para mí, un maestro es alguien que inspira para la vida. Es muy importante que todas esas cualidades que estamos pidiéndoles a los niños las tengamos nosotros; creo que solo podemos exigirles lo que nosotros les podemos dar. Por eso, en primer lugar un maestro ha de tener buen corazón y a partir de ahí construir todo lo demás. Tiene que ser un ser curioso, creativo, respetuoso con el medio ambiente y, sobre todo, tener ilusión cada día.

He leído alguna entrevista en la que habla de la falta de inteligencia emocional. ¿Es una carencia en los maestros o en la sociedad en general?

No hablaría de una carencia en los maestros. Cada uno hace lo que puede. Lo que debemos tener claro es que en las escuelas no podemos seguir educando entes individuales. Es tremendamente necesario que eduquemos en la reflexión, para ser mejores individual y colectivamente. Y saber gestionar las emociones es básico para uno y para la relación con los demás.

¿Por lo general se innova en la escuela pública?

Tengo la suerte de haber viajado por España prácticamente durante dos años y puedo decir de primera mano que hay miles, y digo miles, de maestros y maestras que están deseando formarse, y que llega el fin de semana y de su bolsillo pagan un viaje a no sé dónde para aprender, y luego llevan eso a las aulas. Siempre miramos lo que se hace lejos, pero hay cosas que se hacen en nuestras escuelas y tenemos que aprender a valorarlo.

¿Nos estamos obsesionando con los ranquin?

El efecto del resultado de PISA dura una semana, pero si ha de servir para algo PISA es para ver dónde tenemos que mejorar y hacia dónde tenemos que dirigirnos. Todo evoluciona, pero hay que saber valorar lo que ya se hacía hace 40 años, se sigue haciendo hoy y se seguirá haciendo dentro de otros 40 años más porque funciona. Debemos dejarnos de luchas estúpidas entre escuela tradicional y la innovación. Los niños, igual que los adultos, quieren sentirse queridos, escuchados y útiles. Si nos basamos en esas tres premisas, las cosas funcionan mejor. Quien lo ha hecho, desde hace años, ha comprobado que funciona.

¿Cómo se combate la desmotivación, del alumno y del docente?

Nunca generalizo, pero a veces nos falta escuchar a los chicos e invitarles a participar en la escuela y en la sociedad. Tenemos que dejar de verles como recipientes que hay que llenar. Si hay dos verbos importantes en la educación son escuchar y compartir. Y con respecto a los maestros que perdieron la ilusión, yo creo en el contagio positivo. Deben volver a preguntarse por qué un día se hicieron maestros y recordar qué importante es su papel.

¿Confundimos innovación tecnológica con innovación a secas?

La tecnología es una herramienta más. Es importante, porque te permite estudiar y compartir de una manera que antes no se podía, pero es una herramienta que ha de conseguir que nos comuniquemos más, aunque a veces ocurra lo contrario.

¿Cómo cambia el rol del profesor el hecho de que todo el mundo tenga acceso a la información?

Antes parecía que la información estaba en el maestro o en el libro, y ahora está en todas partes. Por eso es un momento bonito, para invitarles a investigar, porque los niños son curiosos por naturaleza. También hay que aprender a contrastar información, porque no todo vale.

¿La educación garantizando la igualdad de oportunidades?

La educación debería servir para eso. Y deberíamos plantearnos cada día, en cada aula y en cada escuela, que ese es uno de los fines que tenemos como educadores.

¿Qué diferencias hay entre impartir clase en un centro de una localidad pequeña y uno mayor?

Cuando hay una escuela en un pueblo pequeño, la implicación de las familias es muchísimo mayor. Algo tremendamente rico es la relación entre niños de distintas edades. Se ve en lo que aprenden unos de otros y en el respeto, que se va manteniendo a lo largo de los años. Las escuelas grandes deben aprender de las rurales.

¿Se protegen las escuelas rurales lo suficiente?

No. Si una escuela pequeña cierra el pueblo se muere, porque las familias que tienen hijos pequeños se van a otro y las que van buscando un pueblo no van a parar al que no tiene escuela. Es vital que las escuelas rurales se mantengan abiertas. ¿Cómo que es poco rentable mantener una escuela abierta porque solo hay un niño? Que se lo pregunten si no a los habitantes del pueblo.

¿Influyen los grupos mezcla?

Sí, claro que influye, pero para bien, porque tenemos que educar en el respeto a las diferencias y nada mejor que contemplar cómo estos niños se relacionan y se enseñan unos a otros. Es maravilloso.

¿Y la ratio alumno-docente?

Desde el sistema se nos tiene que ayudar. Indudablemente, si tú estás enseñando a diez niños es mejor que si estás enseñando a 30.

¿La autoridad docente debe regularse por ley o se gana en el aula?

El respeto se gana, no se impone, como no se puede imponer el amor o la amistad.

¿Tenemos un problema realmente con el acoso escolar?

No es un problema generalizado, pero basta con que haya un solo caso para que tengamos que prestarle la máxima atención.