Esta primavera será en general menos intensa que la del año pasado para los cada vez más alérgicos al polen -unos ocho millones-, ya que las previsiones apuntan en la mayor parte del país a concentraciones de gramíneas de muy leves a moderadas, excepto en Extremadura, donde serán muy intensas.

Pero el incremento de las temperaturas y de los niveles de CO2 podría adelantar a mediados de abril el inicio de la polinización de las gramíneas con lo que los alérgicos pueden empezar a tener en ese mes problemas.

Estas son las previsiones que realiza la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) a partir de los datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología y de otros factores, como la temperatura y las lluvias de otoño y primavera, determinantes para las cifras "altísimas" que se esperan en Extremadura.

Así lo explican el presidente de la Seaic, Joaquín Sastre, y el presidente del Comité de Aerobiología de la sociedad, Ángel Moral, quienes avanza que la primavera será moderada en general, salvo la citada excepción.

En España, las gramíneas son la principal causa de alergia al polen. Hay unos seis millones de alérgicos a ellas, y se puede decir, atendiendo a los granos que se prevé recoger, que en el norte, en la zona septentrional la primavera será leve (de 2.000 a 4.000 granos). En Canarias, la primavera será muy leve ( hasta 2.000 granos). En la zona del litoral mediterráneo, la primavera será leve ya que en Barcelona se esperan unos 800 granos, en Alicante unos 1.800 y en Castellón 2.100.

Los problemas empiezan en la zona centro, donde la primavera será moderada, con entre 4.000 y 6.000 granos. En la zona continental suroeste, en Andalucía, también será moderada pero en Extremadura será muy intensa, con concentraciones de granos de polen por encima de los 6.000.

Cada vez hay más alérgicos al polen de las gramíneas, el olivo y el platanero, mientras que se mantiene el número de alérgicos a los ácaros del polvo y los hongos.

En diez años, los pacientes sensibilizados al polen han aumentado de un 22% en 2005 a un 33% en 2015. El motivo del incremento está en el cambio climático, apreciable en un invierno atípico de temperaturas frías alternas con otras más propias de la primavera y escasas precipitaciones, y los efectos de la contaminación, según argumenta Moral.

Las partículas eliminadas en la combustión de motores diesel y por las calefacciones en las zonas urbanas crean un ambiente hostil a las plantas y estas ''para defenderse'' producen proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes de las ciudades, donde la contaminación les impide abandonar la atmósfera y se está más tiempo expuestos a ellos.

Como medida de prevención, los especialistas recomiendan a los ayuntamientos que eviten plantar especies muy alergénicas y realizar podas controladas en invierno.