El 1 de enero es un día más en el calendario, solo unas horas separan a un año de otro. Y, aun así, asociamos nuevas esperanzas y cambios al que llega, elaborando incluso una lista de propósitos que, la mayoría de los casos, no se cumplen.

Maca Hernández, de la web mexicana Organízate Ya, señala que hay estudios que concluyen que el 20% de los propósitos de Año Nuevo se abandonan ya en las primeras semanas del mes de enero. El resto irá cayendo durante el año.

Muchas personas acuden al tarot barato, al que se anuncia como tarot muy económico y se posiciona incluso como “tarot VISA”. No es incompatible, sin embargo, considerar las predicciones de futuro con tomar las riendas de tu propia vida. Y saber por qué se falla en la consecución de estos nuevos propósitos puede ayudar.

Retos poco realistas

En los negocios o a nivel personal, en todos los ámbitos de la vida hay que marcarse objetivos que sean realistas. Es decir, que cumplirlos esté en la mano de quien se los marca y que su consecución no sea imposible en cuanto a medios o capacidades.

Los objetivos deben ser, además, concretos. En caso contrario, no se tendrá nunca la sensación de haberlo cumplido, lo que es necesario para la motivación. Alguien no puede marcarse como objetivo vivir más despacio, pero sí puede plantearse pasar menos tiempo en la oficina o no comprometerse a más tareas de las necesarias para no estar siempre bajo la sensación de que no da abasto.

Asimismo, no habría que marcarse demasiados propósitos, si no unos cuantos. No más de tres.

Mala organización

Se supone que los propósitos del año son para alcanzarlos a lo largo de sus 365 días, no el primero ni el segundo que se empieza el reto. Si se trata de un plazo largo, es mejor marcarse también pequeñas metas para ir cumpliendo. Metas que, al final, hagan ganar ese objetivo final.

Si alguien se marca como objetivo perder peso, deberá empezar por perder una media de un kilo a la semana (es, además, lo que recomiendan los especialistas en Nutrición). Conseguirlo semana a semana implicaría ir alcanzando metas, pero no se trata solo de cantidad. Se pierde peso cuando se come bien y cuando se hace ejercicio, así que también está ganando en hábitos de vida saludables. Y todo eso hay que valorarlo en conjunto.

La mala organización también conlleva a no comenzar nunca, el eterno “el lunes empiezo”.

Mala perspectiva del éxito o del fracaso

Marcarse metas ayudarán a no ver el objetivo como un todo, sino como un conjunto con todas sus partes. Hay que valorar la progresión, por lo que si alguien no pierde peso una semana, tendrá que valorar lo que lleva perdido y aprendido desde que empezó la dieta. El proceso no puede ser visto como éxito total o como fracaso total.

Algo que ayuda es ir tomando nota de lo que se ha conseguido, tener una hoja de apuntes a modo de diario de progresión. Puede ayudar a mantener una actitud positiva frente a la consecución del propósito en cuestión.

Falta de motivación

La motivación no aparece porque sí, hay que buscarla. Y esto tiene que ver, precisamente, buscar un motivo de peso para continuar y no hacer que nos quedemos a mitad de camino.

Así pues, más que simplemente fijar uno toca plantearse ¿por qué se pretende conseguir tal objetivo? Volviendo a poner el perder peso como ejemplo, es mejor convencerse de la necesidad de ganar en salud y de verse físicamente bien que plantearlo como una cuestión de número.

Es decir, que más convencerse de conseguir el objetivo, habría que dejarse atraer por los motivos por los que es bueno hacerlo. Eso ayudará a trabajar de verdad, sin quedarse a medias.

Escasa continuidad

La poca continuidad que solemos mostrar ante un propósito concreto es lo que da al traste con su consecución. Pero si la persona logra marcarse un objetivo realista que sepa que está en su mano conseguir, si se marca pequeñas metas y no pierde la motivación, será más fácil que se dé la continuidad.

Cualquier pequeño obstáculo no debe ser óbice para conseguir el objetivo. Si se llaman “propósitos de Año Nuevo” es precisamente porque su consecución se plantea en el largo plazo, no en un espacio de días o semanas. Ni siquiera en un mes o dos.

Como publicaba Times en los albores de 2012, entre los propósitos que se incumplen más frecuentemente están: perder peso y mantener la forma, dejar de fumar, ahorrar, pasar más tiempo con la familia, beber menos, emprender alguna actividad de voluntariado o llevar hábitos de vida no sometidos a estrés. Según el psicólogo Richard Wiseman, y como recogía Muy Interesante, solo el 12% de las personas consigue sus objetivos. Y ahora ya sabemos por qué.