El Día de los Difuntos de 2016 añadió a su fatídica lista a una persona de las que no deberían figurar ahí. Y de hecho va a ser así porque seguirá entre nosotros gracias a lo que nos ha legado. Su larga vida, de 88 años, le permitió conseguir que mucha gente le conociera y que se beneficiara de su constante trabajo de ayuda a los demás. Su familia, aunque triste porque su vacío está ahí, también debe sentirse orgullosa de él. Compartimos la tristeza con doña Carmen Hernández Marrero, sus hijos y sus nietos. Pero queremos resaltar en este breve homenaje por qué les decimos que deben tener ese orgullo.

Cuando a principios del año 2001 FUNCASOR decide crear la figura del "Distinguido FUNCASOR", el Patronato acordó por unanimidad y con entusiasmo otorgarle el primer galardón. La creación de esta distinción vino motivada por la necesidad que sentía el Patronato de tener alguna forma de reconocer el trabajo realizado en pro de las personas con sordera en cualquiera de sus grados. Y siempre con la idea de convertirlas en personas integradas en la sociedad, tanto desde el punto de vista educativo como en el laboral y en el social.

Pancho, que es como él quería que se le llamase, tenía que ser el primero no solo porque fue uno de sus promotores, sino porque, mientras tuvo fuerzas, ocuparse de las personas sordas era motivo de desvelos permanentes. Echaremos de menos su figura recorriendo las instalaciones, preguntando sobre todo, apuntando ideas, ofreciendo su mucha experiencia y contactos para conseguir los objetivos que FUNCASOR se ha marcado. En el "laudatio" que se leyó en el acto de entrega de la distinción, se pudieron oír párrafos como estos:

La Fundación Canaria para el Sordo se siente muy orgullosa al rendir un sencillo homenaje a un hombre de gran calidad humana, distinguido por su tenacidad en los proyectos y por una perseverancia singular en el trabajo.

Francisco González Hernández, Pancho, ha consagrado parte de su vida a lograr la integración sociolaboral de las personas con discapacidad auditiva.

Su carácter espontáneo, la cordialidad de su gesto y el entusiasmo que profesa le han proporcionado un gran prestigio personal y social con una voluntad tenaz y firme tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Año tras año ha trabajado generosamente, enseñando a las generaciones más jóvenes la necesidad de mantener vivo el rico patrimonio legado de sus mayores.

Pero su vida está llena de matices, entregas e iniciativas. Y si, entre las muchas virtudes que tuvo, hay que elegir una virtud que le defina, tendríamos que escoger la tenacidad. Nunca se dio por vencido. Cuando algo creía que era necesario, lo defendía con vehemencia y trataba de convencer a los demás siempre con razones y con persistencia. Visitó muchos despachos y las autoridades, fueran del signo que fuera, sabían que tenían allí a un ejemplo de ciudadano honrado preocupado por mejorar lo que les estaba planteando.

Nació en Tejina el día 5 de mayo de 1928. Toda su vida ha discurrido en el entorno de este paraje del norte de Tenerife situado a unos 10 km de la ciudad de La Laguna. Todo el pueblo le conoce y casi todos tienen alguna anécdota que le relaciona con él. Fue el mayor de una familia de seis hermanos y siempre retuvo el síndrome de hermano mayor. Guillermo, el pequeño y hoy famoso pianista internacional, puede dar fe de ello. Pancho habló siempre con emoción de su hermano pequeño, no es para menos...

Pancho recibió el encargo de continuar con el molino de gofio familiar. Y bien que lo hizo, pues ha sido el principal medio de mantenimiento de su familia: el gofio "Doñana". No creas que me fue sencillo ponerle ese nombre por la confusión con el Parque Nacional. Pero mi madre se llamaba así y no paré hasta que lo conseguí.

Pero el discurrir de la vida no le llevó por el mundo de los estudios. Mi padre se esforzó para que estudiásemos. Consiguió que llegase a hacer los siete años de bachillerato, pero reconozco que era mal estudiante... No me gustaba estudiar pero quizá tampoco nadie me enseñó a hacerlo y por eso me costaba tanto. Pero su deficiente amor por el estudio lo compensó con una innata curiosidad por cuanto le rodeaba, con un inquieto espíritu emprendedor y un amor por la agricultura que siempre rezumó.

Durante poco más de diez años estuve yendo a diario a Santa Cruz con mis dos pequeños, que son sordos, para llevarles al único centro especializado que había entonces. Varios padres nos poníamos de acuerdo y los llevábamos en un coche. En una ocasión me paró la Guardia Civil y al ver que eran siete, me multaron. Les advertí que al día siguiente volvieran porque seguiría llevando a aquellos niños al colegio. Era el único transporte escolar que teníamos. Decidí acudir al Gobernador Civil a plantearle nuestro problema. Me escuchó y lo resolvió. Era don Julio Pérez.

Pero hay una faceta que hizo que mucha gente le conociera y apreciara sus virtudes: la música. Su padre fue el que creó "La Música" en Tejina. Con dinero que la gente aportó llegaron a las 300 pesetas que costaron los instrumentos de los que se desprendía la banda del Regimiento de Infantería de Tenerife. El pueblo se contagió con la idea y colaboró para después mantenerla. La cuota era de 25 pesetas y yo lo sé porque mi padre me enviaba a mí para cobrar los recibos por todo el pueblo. El 20 de enero (día de San Sebastián) de 1927 se dio el primer concierto. Y no ha parado de tocar. Pancho dedicó muchas horas tratando de fomentar la música en todos los niveles. El pueblo contó con conservatorio elemental. Tuvimos que luchar duro para conseguirlo, pues una vez más encontrábamos la incomprensión. Llegó a ser presidente de la Federación Insular de Bandas de Música. En este asunto de la Federación el Cabildo ha echado una buena mano. Nos movimos para conseguir dinero y comprar instrumentos para las bandas. Eso sí, con total transparencia en la adjudicación de las compras.

El agua para el regadío era también un problema como en muchos otros lugares. Las aguas que venían de las galerías había que distribuirlas por la zona. Detrás del Colegio San Bartolomé, hacia el barranco, hay dos tomaderos. Bueno, mejor decir "había", porque los han destruido recientemente para hacer una carretera. Es una pena y me tiene preocupado el que no se vele más por estas cosas que son parte de nuestra historia.

El Instituto de Enseñanza Secundaria es otra de las originales páginas de la historia de este pueblo en la que también Pancho se implicó. Se había solicitado, pero no había respuesta. Con un solar, nos dijeron, posiblemente se pueda conseguir. No conozco bien los detalles, pero sé que don Antonio González, el famoso químico, tuvo mucho que ver. De nuevo se acude a los vecinos para conseguir esa compra. Hubo familias que aportaron "los puntos" que eran las 25 pesetas que daba el gobierno a los agricultores por cada hijo. Pero a mí la historia que más me conmovió de las muchas de las que fui testigo directo es la de don Bartolo. Estaba postrado en su cama. Hizo que fuera a verle y no paró de preguntarme hasta enterarse de para qué se estaba pidiendo en el pueblo. Levantó un poco el colchón y sacó un sobre en el que había 400 pesetas. Me dio 200 y me dijo que el dinero estaría bien empleado si su nieto pudiera estudiar allí y que se sentía feliz en poder colaborar. Hubo gente que dio mucho más dinero, pero estas 200 pesetas me impactaron. El curso 1969-70 fue el primer año en el que se impartieron las clases. El Instituto, que lleva el nombre de su mentor: IES "Antonio González González". Curiosamente, cuando creíamos que todo estaba resuelto, nos dijeron que la matrícula tenía que ser de 250 alumnos como mínimo y si no, se cerraba. Otra vez a recorrer el pueblo convenciendo a todos los chicos y chicas que estudiaran y pidiendo dinero paras pagar las matrículas... No vino mal porque así conseguimos que muchos que no pensaban hacerlo se pusieran a estudiar y hoy los hay médicos y de otras licenciaturas...

Pero es imposible hablar de Tejina y de un tejinero tan emblemático como Pancho sin nombrar los Corazones que se izan cada año por las fiestas de San Bartolomé. Siempre he estado ligado a esta fiesta. Sí es cierto que hay una rivalidad entre nosotros, pero es sana. Yo tengo una placa que me dieron los de la calle Abajo porque una vez se les rompió el ramo cuando lo estaban montando y les entró una desolación porque aquello deslucía el corazón. Vine a mi casa y en una hora y media les hice uno. En esos momentos ya no existe rivalidad, sino colaboración.

Me siento muy orgulloso de tener el título de primer voluntario del Gobierno de Canarias. Tengo el título que me dieron en 2002. Siempre he pensado que hacer algo por alguien es un gozar. A veces me da coraje cuando alguien te dice que no tiene tiempo para echar una mano en alguna cosa. ¿Cómo no va a tener aunque sea media hora? Así no sienten la satisfacción que se tiene cuando, por ejemplo, echas unas horas para hacer el campo de fútbol de Tejina. Que también lo hicimos los vecinos. ..

Un sinfín de historias que harían este homenaje interminable. Con lo expuesto queda bien claro quién es Pancho, cuáles han sido los compromisos que siempre adquirió con responsabilidad y respeto a las personas (Si alguien tiene un poquito de bueno, habla de eso y no hables nunca de lo malo... esto te proporcionará muchos amigos y pocos enemigos)

Gracias, Pancho, por el ejemplo de tu vida, por la entrega a los demás que has derrochado con generosidad, por los beneficios que has aportado a tu pueblo, a su gente. Quienes le conocieron y trataron se sienten orgullosas de haber tenido esa posibilidad.