En la actualidad tenemos la impresión de que la publicidad en Internet se postula no ya como un recurso importantísimo para dar a conocer tu marca, sino que cada vez monopoliza más las acciones promocionales, de forma que incluso algunas empresas prescinden de la publicidad impresa. ¿Es esta una opción recomendable?

Puede que para algunos esta decisión les resulte fructífera, especialmente quienes desempeñan el grueso de su actividad en la Red. Sin embargo, para una inmensa mayoría de negocios, los formatos impresos continúan siendo una de las herramientas de promoción que mejores resultados brinda; un claro ejemplo de ello son los flyers publicitarios. Los motivos de su eficacia estratégica son diversos: es económico, fácil de producir y manejable. En determinados casos o sectores, como el de la música, llega incluso a convertirse en un objeto de culto. También puede adoptar formas variadas y, si el diseño es lo suficientemente llamativo o curioso, conservarse y utilizarse para otros fines; por ejemplo, como marcapáginas. No obstante, su versatilidad lo convierte en una opción perfecta para integrarse en una estrategia de marca global.

Es fundamental que la imagen del flyer sea coherente con la del resto de la marca: la publicidad que llega al cliente debe captarse como un todo, en el que los colores, las tipografías y las imágenes armonizan entre sí. Además, se ha demostrado que los soportes físicos permiten que el receptor centre mucho más la atención en ellos que en los digitales, donde hay otros muchos elementos que la desvían.

Por otro lado, este formato permite condensar la información de manera que destaquemos los aspectos más importantes de nuestro negocio en un espacio reducido. La combinación de unas fuentes bien elegidas e imágenes de calidad, además de unos contenidos cuidados que no omitan aspectos tan básicos como los datos de contacto, es fundamental para obtener una respuesta positiva por parte de los clientes potenciales. Dicha respuesta puede reforzarse mediante mensajes que inviten a la acción (es decir, que contengan palabras y expresiones como “edición limitada”, “la oferta está a punto de vencer”, “gratis” o todo aquello que pueda imprimir cierta sensación de urgencia o exclusividad) y elementos que sirvan de vínculo con el mundo digital, como códigos QR que conduzcan a nuestro sitio web, o bien permitan acceder a promociones y obtener descuentos.

Asimismo, si bien el número de usuarios de Internet crece de forma constante y exponencial, no debemos olvidar que aún hay segmentos de la población que no son nativos digitales, cuyo manejo de las nuevas tecnologías es limitado e incluso se muestran recelosos de todo lo relacionado con la Red. Si nuestra empresa quiere llegar a estos clientes potenciales, precisa de un soporte físico y tangible.

En suma, a la hora de decidir tu estrategia publicitaria, no optes automáticamente por un medio sólo porque es lo que hacen todos o, especialmente, tu competencia: plantéate qué quieres conseguir, quiénes serán tus clientes objetivo y cómo puedes llegar a ellos. Tampoco subestimes el poder de los soportes físicos ante el auge de lo digital: cuando todavía hoy nuestros buzones rebosan de folletos publicitarios, es de suponer que, sencillamente, funcionan.