La joyería europea de segunda mano está de moda en EEUU, donde por cada pieza nueva se venden nueve antiguas, según ha explicado a Efe Xavier Cunill, responsable en España de Bonhill, una firma dedicada a la compra de joyas usadas, que ha señalado que las de origen español están cotizadas al ser un país con gran tradición joyera y orfebre.

Cunill ha explicado que en el mercado estadounidense, donde esta empresa distribuye todas las joyas que adquiere, la afición por las piezas usadas de manufactura europea es un fenómeno que tiene su origen a finales del siglo XIX, y que está relacionado con el alto porcentaje de población que desciende de inmigrantes del viejo continente.

"Cuando llegaron a América -relata-, la carencia de productos por las dificultades en la distribución les obligaba a comprar cosas usadas, y esto, sumado al sentimiento de nostalgia de su tierra, les animaba a buscar productos originarios de su país, hasta el punto de que llevar joyas europeas era un signo distintivo de clase social elevada, un hecho que todavía persiste".

Por el contrario, en Europa, por cada diez joyas nuevas que se venden sólo una es antigua, y no hay tradición de comprar piezas que otros hombres o mujeres han llevado.

Bonhill tiene 180 tiendas en EEUU en las que vende las joyas usadas ''vintage'' que compra, y que una vez limpias y arregladas se ponen nuevamente en circulación con un documento con sus características y su país de origen.

Este negocio, que según remarca Xavier Cunill no tiene nada que ver con la compra de oro, en el que el valor artístico no se tiene en cuenta, facturó en 2015 unos 195 millones de euros.

Cunill ha explicado que precisamente una de las luchas que tienen con las asociaciones y gremios de joyeros es promover que las casas que compran oro pongan profesionales al frente para que no se destruya un patrimonio artístico, como joyas del siglo XX de Art Déco, o de marcas como Cartier que se acaban fundiendo.

Asegura que muchas personas no conocen el valor de las joyas que han heredado y que ha visto casos como el de una señora que quiso vender un brillante después de vender la montura de oro en una casa de compraventa por 300 euros, cuando era una joya antigua de Cartier que completa habría casi doblado su valor.

La firma se ha instalado desde hace un año y medio en Barcelona por la gran tradición que tiene la capital catalana en joyería, aunque han establecido una red de captación de piezas en 30 de las más importantes joyerías del resto de España, ya que los españoles suelen ser muy fieles a sus joyeros.

En España, Bonhill compra entre 5.000 y 10.000 piezas al año, por las que paga desde mil hasta un millón de euros, y entre las más destacadas que se han adquirido en Barcelona destacan un reloj Patek Philippe de 1948 por el que se pagó un millón de euros; un brillante de 15 quilates por el que se pagaron 800.000 euros, y una pieza que había pertenecido a María Antonieta por 1,2 millones de euros.

Aunque los dueños de grandes piezas saben más o menos lo que tienen, hay casos en los que no son conscientes del valor, como el caso de una persona tenía un reloj Rolex antiguo Paul Newman de 1963, por el que pagaron 23.000 euros, cuando el dueño esperaba unos dos mil.

En diamantes se han encontrado piedras que costaron en su día 400.000 pesetas y por las que hoy se han pagado 40.000 euros, y en joyas hay muchos casos en los que los propietarios calculan el valor de su joyero heredado en unos 20.000 euros cuando al final es de entre 40.000 o 50.000.

Sobre como ha influido la crisis en la venta de joyas usadas, el representante de Bonhill afirma que las personas se han hecho más pragmáticas y ahora si tienen una joya heredada que no usan se plantean venderlas.

Aconseja que antes de acudir a una casa de compra de oro y plata acudan a un profesional que les haga una tasación de la pieza, porque aunque es un negocio lícito, el precio que ofrece suele ser entre un 20 y un 40% menor que el precio del mercado oficial y no tiene en cuenta ni su valor artístico ni el trabajo del joyero.

En cuanto a la plata, dice que hay que tasarla bien y recuerda que hubo épocas en las que las grandes joyas se hacían con este metal, más blando para trabajar que el oro.