El primer ministro francés, Manuel Valls, apoyó ayer los vetos que se han dictado en varias localidades del país contra el "burkini", pero descartó que el Gobierno vaya a lanzar una legislación al respecto.

"La reglamentación general de prescripciones vestimentarias no puede ser una solución", indicó en una entrevista concedida al diario La Provence.

En las calles francesas está vetado el burka, que cubre todo el rostro, y el niqab, que solo deja ver los ojos, mientras que el velo y signos religiosos considerados llamativos están prohibidos en centros educativos de Primaria y Secundaria para los funcionarios de la Administración.

Para el primer ministro, la prenda es parte de un proyecto de "contrasociedad"

El debate sobre el "burkini" (bañador para musulmanas que cubre todo el cuerpo, excepto cara, manos y pies) comenzó a principios de mes con la cancelación de una jornada exclusivamente para mujeres en un parque acuático cerca de Marsella, en las que se recomendaba su porte, y se ha extendido con las prohibiciones de esa prenda en Cannes, Villeneuve-Loubet, Sisco y, próximamente, Le Touquet.

"Entiendo a los alcaldes que, en este momento de tensión, tienen el reflejo de buscar soluciones, de evitar problemas de orden público. Apoyo a quienes han lanzado decretos si están motivados por la voluntad de instar a la cohabitación, sin dobles intenciones políticas", dijo Valls.

Para el primer ministro, el "burkini" "no es una nueva gama de trajes de baño, una moda. Es la traducción de un proyecto político, de contrasociedad, fundado principalmente sobre la esclavitud de la mujer". "No acepto esa visión arcaica. Está la idea de que, por naturaleza, las mujeres serían impúdicas, impuras, que deberían por lo tanto estar totalmente cubiertas", lamentó.