El Papa Francisco concluyó este miércoles su viaje apostólico a México, donde reconoció que en algún momento, "sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido".

Sufrimiento que seguramente constató también en su último acto, en Ciudad Juárez (en el estado de Chihuahua), cerca de la frontera entre México y Estados Unidos, donde el Pontífice denunció las "terribles injusticias" que sufren los migrantes en su intento por llegar al otro lado del muro.

También lamentó la situación de los presos con los que rezó y habló en el Centro de Readaptación Social Número 3 de Ciudad Juárez, una ciudad marcada durante muchos años por las muertes provocadas por los cárteles del narcotráfico y sobre todo por los feminicidios que sucedieron desde principios de la década de 1990, cuando mujeres jóvenes aparecían violadas y con signos de tortura, semienterradas en las zonas desérticas de la periferia.

"La mayoría tenemos la esperanza de la redención y en algunos casos la voluntad de conseguirla", dijo al Pontífice una reclusa, que destacó que en las cárceles "hay seres humanos".

En su discurso, el Papa Francisco advirtió de que el problema de la seguridad pública no se agota solamente encarcelando; deploró las limitaciones del modelo penitenciario actual, pues las cárceles son un síntoma de como está la sociedad, de silencios y omisiones que han provocado una "cultura del descarte", que ha dejado de apostar por la vida, de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos.

"A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas, a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de reinserción que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud", lamentó en su visita a la cárcel, considerada hasta hace poco una de las más peligrosas del país.

Después del mensaje papal, siguieron las muestras de cariño con gritos, emociones y música, pues los reclusos le entonaron el ''Cielito lindo'', ''Bésame mucho'' y un tango que evocaba el origen argentino del pontífice.

Posteriormente, y al grito de "Francisco, amigo, Juárez está contigo", el Papa llegó al Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua, para su encuentro con el mundo laboral, donde advirtió de que Dios pedirá cuentas a los "esclavistas de hoy", en una dura crítica a la precariedad e ilegalidad laboral, a la mentalidad reinante que busca conseguir ganancias a cualquier costo.

"¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso y de la tierra para trabajar?", cuestionó, según informa Notimex. "¡NO MÁS MUERTE NI EXPLOTACIÓN!"

Tras comer y descansar en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez, el Papa llegó a la Cruz del Migrante, ubicada a menos de 50 metros de la línea fronteriza entre México y Estados Unidos, donde depositó flores, oró y bendijo a las cerca de 250.000 personas que siguieron su discurso desde ambos lados de la frontera.

Posteriormente, el líder de la Iglesia católica se dirigió a la explanada de El Chamizal, donde denunció las "terribles injusticias" que sufren los emigrantes en su intento por llegar "al otro lado".

En la última misa multitudinaria de su primera visita oficial a México, el Pontífice criticó que muchos "hermanos" sean "esclavizados, secuestrados y extorsionados" como consecuencia del "negocio del tránsito humano". "Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global", subrayó.

"No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos", dijo Francisco.

El Papa también elogió "el trabajo de tantas organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes", quienes "arriesgan muchas veces su propia vida", y afirmó que la Iglesia quiere medir esta crisis "no mediante cifras", sino "por nombres, por historias, por familias".

En una ceremonia religiosa que gracias a la tecnología pudieron seguir los católicos en ambos lados del Río Bravo, el Papa se refirió también a las "Muertas de Juárez", y criticó la persecución y las amenazas de las que son víctimas los jóvenes cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas.

"¡No más muerte ni explotación! Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del padre", recalcó.

Después llegó el momento de la despedida. En el aeropuerto Abraham González, más de cinco mil personas, con lágrimas en los ojos, mostraron su tristeza por el fin de la gira pastoral del Papa. "No te vayas, Francisco", gritaban, mientras el presidente Enrique Peña Nieto y los integrantes de su gabinete se despidieron de él.

"Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta, la esperanza de esta gran familia mexicana, gracias por haberme abierto las puertas de sus vidas, de su Nación", había dicho poco antes el Pontífice al despedirse del obispo y los miembros del Episcopado de Ciudad Juárez.

SIN MENCIÓN A LOS ESTUDIANTES DE AYOTZINAPA.

A pesar de que el Papa sensibilizó a muchos con su mensaje a favor de la unión de las familias y en contra de la violencia y la desigualdad social, no mencionó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, a pesar de que sus padres buscaron sin descanso que el Pontífice los recibiera y les diera una palabra de consuelo, según informa la agencia Reuters.

Según distintos medios mexicanos consultados por OTR/Press, el Papa Francisco sí leyó la carta que los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa le entregaron el domingo pasado a los Jesuitas para que el Pontífice la leyera.

Según el diario Reforma, en el encuentro entre los jesuitas y el Papa Francisco, abordaron temas relacionados con los derechos humanos, específicamente en el caso de los estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala (Guerrero), lo que provocó que Francisco se estremeciera.

Aunque en la agenda del Papa no había un encuentro privado con los padres de los estudiantes desaparecidos, los organizadores de la visita de Francisco reservaron tres asientos en primera fila para las familias de los jóvenes, en la misa que el Papa ofreció en Ciudad Juárez, pero la invitación fue rechazada por los padres.

Sobre este asunto, el portavoz del Vaticano, Federido Lombardi, aseguró que el Papa Francisco tiene en su corazón a las 27.000 personas desaparecidas en México en los últimos 10 años y recalcó que su mensaje es para todos.

Lombardi consideró que se trata de un "caso muy trágico, yo no lo digo, todo el mundo lo conoce, pero si el Papa dice ''yo prefiero hacer un encuentro con todos juntos'', yo acepto y entiendo su palabra y que tiene conciencia de la gravedad de los asesinatos. Veo un poco extraño que continuamente, durante días y días y días, se hace presión", reiteró.