El fiscal de Medio Ambiente y Urbanismo del Tribunal Supremo Antonio Vercher, destacó ayer las dificultades que aún existen para lograr que sean condenados judicialmente los delitos de contaminación acústica, cuya sanción debe superar "aspectos enormemente complejos". Y es que las condenas por este motivo solo se logran tras "largos procesos" pese a que los ruidos molestos que perjudican a terceros existen desde tiempo atrás y citó un texto fechado en 1835 donde ya su autor criticaba los perjuicios derivados de la afición de un vecino a tocar el violín de forma estridente, afirmó.

El fiscal ofreció una conferencia en las III Jornadas de Medio Ambiente de Las Palmas, organizadas por la empresa Vegueta Jurídica, y en la que sostuvo que muchas conductas molestas en materia de acústica son más perjudiciales de lo que parecen y deben ser tratadas como tales.

Indicó que "sabemos bastante menos de los ruidos de lo que creemos" y no se les concede la atención que merecen. Aludió a un proceso desarrollado en Gerona. Una mujer denunció que una niña vecina suya le molestaba al ensayar reiteradamente sus lecciones de piano y en el que la defensa de la menor, un afamado despacho de abogados, se ganó inicialmente a la opinión pública.