El aumento de la población previsto para 2050 ha llevado a la Asociación Mundial para el Agua a plantear la necesidad de fomentar una "nueva cultura del agua", con el fin de lograr que el consumidor conozca la cantidad de litros que se utilizan en cada proceso de producción y se decante por productos locales.

Este es uno de los últimos desafíos que la Asociación Mundial para el Agua, una red que aglutina a 2.800 organizaciones en 167 países, ha incluido en su estrategia y que hasta ahora había "escapado" de los programas de cooperación internacional, explica a Efe el codirector del organismo, Rudolph Cleveringa.

"Hasta ahora se había centrado más la atención en la producción, pero el cambio en los hábitos del consumidor final podría ser también parte de la solución a la crisis del agua", señala Cleveringa con motivo de la Conferencia Anual de la ONU que se celebra hasta hoy en Zaragoza y reúne a 300 expertos. De hecho, se prevé que en 2050 la población aumente hasta los 9.000 millones de habitantes y con ella la demanda de alimentos en torno a un 60%, en caso de continuar con las tendencias y costumbres actuales.

Por ejemplo, "en muchos países hay un alto porcentaje de jóvenes desempleados, pero también una juventud con un enorme poder adquisitivo que está determinando las tendencias de consumo" y a los que se debería informar de las repercusiones que esto conlleva, dijo.

Cualquier proceso de producción convencional, ya sea alimentaria, textil o de ocio, requiere "litros y litros de agua", en un momento, además, en el que el consumidor se decanta por estándares de mayor calidad, como la llamada "slow food", que necesita todavía más cantidad de este recurso hídrico.

A ello se suma que un tercio de los alimentos procesados no llegan a su destino "nutricional", sino que se tiran directamente "a la basura" o se pierden en el proceso de producción, al mismo tiempo que 870 millones de personas sufren hambre crónica.

Informar al consumidor de la cantidad de agua que requiere cada una de las cosas que utiliza en su día a día para fomentar un consumo "responsable" es otro reto. Por ello, Clevelinga indica que una de las propuestas es consumir alimentos producidos en el entorno, para evitar gastar el agua necesaria para su transporte, y señala que, aunque no existe el "alimento kilómetro cero", el consumidor informado puede decantarse por el más cercano.