Pequeños cambios en la dieta pueden reducir hasta un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la alimentación, una fórmula para frenar el cambio climático que implica comer menos carne y elegir productos más variados y coloridos en el plato.

Esta es la principal conclusión del proyecto europeo "LiveWell for LIFE", que la organización conservacionista WWF ha desarrollado en colaboración con profesionales del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, organizaciones de consumidores y de productores.

Según esta organización, modificar los hábitos alimentarios actuales es una de las formas más sencillas de afrontar tanto el cambio climático como los problemas de la mala alimentación en el continente europeo.