Si ya el juicio por los supuestos malos tratos en el centro de atención a discapacitados Naranjos de Luz de Tacoronte era largo, con cinco jornadas, aún habrá más. Ayer supieron las partes que hubo un problema con la grabación de la declaración de varias de las personas denunciantes. Y ayer mismo tuvieron que repetir sus declaraciones una madre y cuatro de las trabajadoras.

Todas ellas coincidieron en manifestar que el director y la auxiliar del centro fueron autores de diversos episodios de tratos vejatorios y maltrato a los usuarios.

La primera en intervenir fue Teresa Queipo, cuyo hijo aparece en todos los testimonios como víctima de presuntas agresiones físicas y daños morales. A esta empresaria el abogado de la defensa y el letrado del Ayuntamiento de Tacoronte la señalan como "organizadora" de la reunión de padres y educadores en su restaurante para plantear la denuncia que originó el proceso en julio de 2009. Pero ella niega tal extremo. Queipo aseguró al fiscal que su hijo pasó de estar encantado con ir al centro a tener temor. Esta empresaria dijo que nunca vio las agresiones, pero aclaró que, gracias a los comentarios que le hicieron dos trabajadoras, llegó a entender las palabras y expresiones que le hacía su hijo respecto hacia las personas denunciadas.

Queipo habló de que su hijo pudo sufrir patadas, puñetazos, zarandeos o el arrastre por el suelo, así como que no le daban el desayuno. Al parecer, esa situación se prolongó varios meses, aunque ayer casi nadie supo precisar cuántos.

La primera trabajadora en declarar ayer indicó que, al igual que otras compañeras, le transmitió al director del recurso su preocupación por el trato ofrecido a los usuarios y que la respuesta de este fue que "tenían permiso de los padres" para tratarlos de esa manera y que aprendieran con "mano dura". Y apuntó que ese comportamiento comenzó a raíz de que la acusada obtuviera una plaza fija en dicho servicio tras denunciar al consistorio tacorontero. Precisamente, la mayoría de las agresiones y tratos vejatorios relatados ayer fueron atribuidos a la mencionada auxiliar, mientras que al director le otorgaron su participación en algunos episodios de agresiones físicas y psíquicas, pero, sobre todo, de dejar pasar los hechos. Uno de los episodios narrados en la sesión de ayer comenzó porque una interna tiró una bufanda de la acusada al cubo de la basura, lo que provocó el enfado de esta y que la "autora" del hecho fuera castigada a barrer el patio de Naranjos de Luz durante un mes. Una de las denunciantes aseguró que a una usuaria, por tener flatulencia, se la encerraba en un cuarto oscuro que existía bajo una escalera, al que también llevaban a otros discapacitados cuando se consideraba oportuno. El abogado defensor hizo ver a varias denunciantes que las declaraciones de ayer no coincidían con las efectuadas en la instrucción del caso.

Nadie denunció antes de julio de 2009

El abogado defensor de los dos denunciados y, sobre todo, el letrado del Ayuntamiento insistieron en preguntar ayer por qué ninguna trabajadora ni la madre acudieron al consistorio de Tacoronte, al Cabildo o al Instituto de Atención Social y Sociosanitaria (IASS), aunque fuera de forma anónima, ante la gravedad de los casos que posteriormente han salido a relucir tras llegar el asunto a la Justicia. La madre que declaró ayer aseguró que los hechos eran de tal gravedad que, tras conocer los testimonios de todos los padres y las educadoras que fueron a la reunión, la situación era suficientemente grave como para acudir a los tribunales sin hablar previamente con los implicados. Y matizó que fueron dos empleadas las que clarificaron las expresiones de malestar expuestas por su hijo. En cuanto a la respuesta ofrecida por las trabajadoras denunciantes, algunas explicaron que, en su momento, temían perder su puesto de trabajo y todas coincidieron en que la denuncia de una sola no hubiese servido para nada. Una de ellas, la logopeda, señaló que planteó muy sutilmente al padre que llevaba las nóminas que en el centro había problemas, pero que no fue capaz de decírselo claramente y con toda la crudeza, ya que eso hubiera sido contraproducente. Además, manifestó que se lo dijo explícitamente al director, pero este no tomó medidas. Y otra empleada dejó entrever que el director tenía mucho apoyo de las autoridades municipales. Durante la sesión de ayer la magistrada del Juzgado de lo Penal número 8 planteó un correctivo verbal a los tres abogados y al fiscal, por repetir preguntas, hacer valoraciones innecesarias y no desarrollar un interrogatorio directo. La citada logopeda indicó que la forma de arrastrar al hijo de la empresaria era violenta y se tardaba mucho en cambiar a los usuarios que se orinaban encima. La última trabajadora en declarar dijo que los dos acusados propinaban "tortazos fuertes" a varios de los usuarios del centro y también citó los encierros en el cuarto que está bajo la escalera.