Una pedagoga que trabajó como terapeuta ocupacional en la residencia de ancianos La Trinidad ha afirmado hoy que recordar la comida que se daba a los residentes "le provoca vómitos", durante su declaración como testigo en el juicio que se sigue contra el dueño y el gerente del centro.

Esta testigo ha declarado en la tercera sesión de la vista que se celebra en el Juzgado de lo Penal número 1 de Las Palmas de Gran Canaria contra los responsables del centro, Jesús María y Álvaro Calahorro, por posibles delitos contra la integridad moral de 18 ancianos y por abusar sexualmente de una residente.

En esta jornada también han prestado testimonio otros trabajadores del centro y un anciano que residió en La Trinidad, que ha dicho que se servía el mismo menú en la comida y en la cena, que tenía diarreas, que la comida "dejaba mucho que desear" y que, al principio de llegar, estaba mejor, pero después empeoró.

Los trabajadores además han negado que los distintos problemas laborales que tuvieron con la empresa guarden relación con sus testimonios y con la denuncia presentada contra los acusados por mantener en condiciones "infrahumanas a los ancianos".

Dos de ellos han precisado que se han enterado estos días de que iban a ser sometidos a un ERE y uno de ellos ha afirmado que "nunca" hubo una reunión sobre esa cuestión, como han alegado los dos acusados, que sostienen que son víctimas de un "complot" urdido por un grupo de empleados.

Un técnico en atención sociosanitaria ha admitido que denunció los hechos a la periodista Mercedes Milá de la cadena Telecinco, que grabó con una cámara oculta imágenes de la residencia que se emitieron en su programa "Diario de...", y ha dicho que lo hizo porque no sabía a quién dirigirse para denunciar lo que allí ocurría con los ancianos y porque, pese ha que habían estado inspectores, no se tomaban medidas.

Este testigo ha afirmado que el propietario de la residencia, el acusado Jesús María Calahorro, lo contrató en 2009 cuando aún estaba de directora del centro su exmujer, y que desde que los dos hermanos se hicieron cargo la situación empeoró, pues empezó a faltar material, dejó de haber fisioterapeutas y cocinero, la alimentación cambió y los proveedores ya no suministraban comida, porque no se les pagaba.

Este trabajador, al igual que una enfermera que atendía a los ancianos, han declarado que los acusados pautaban medicación, que hacían caso omiso cuando les decían que era preciso la asistencia de un médico, que les llegaron a prohibir llamar al servicio de emergencias, y que Jesús Calahorro les suministraba fármacos.

La enfermera ha narrado el caso de una residente a la que se le amputó un pie por el empeoramiento que tuvo en los 15 días que estuvo de vacaciones, pues ha señalado no se le hicieron las curas que dejó pautadas, y el técnico sociosanitario también contó que otro residente tuvo vómitos azules por exceso de sedantes.

En ambos casos, los trabajadores solicitaron que fueran atendidos estos residentes por un médico, a lo que los acusados se negaron en un principio, al igual que a llevar al hospital a un anciano que se cayó de la cama y se hizo una brecha en una ceja.

La ausencia de barrotes en las camas, el mal estado de los colchones, la falta de pañales y de material sanitario, la existencia de medicamentos caducados, la escasez de comida adecuada y su reciclaje son algunas de las irregularidades denunciadas por los antiguos empleados durante esta sesión del juicio.

También ha coincidido varios de ellos en que llegaron a tirar comida porque estaba en mal estado y que, en algunos casos, los propios trabajadores compraron alimentos para que desayunaran los ancianos.