El obispo paraguayo Rogelio Livieres ha aceptado "con serenidad" la decisión del papa Francisco de cesarle, tras las acusaciones de irregularidades y críticas por proteger a un sacerdote acusado de abusos, según manifestó la diócesis que hasta hoy dirigía.

En la nota, la diócesis de Ciudad del Este admite que la Congregación para los Obispos le pidió "vivamente" a Livieres que renunciara a su cargo "por la falta de unidad en la comunión con los otros obispos de Paraguay".

Sin embargó, él se negó porque consideraba el pedido "infundado" y resultado de "un procedimiento indefinido y súbito".

Livieres, que se encuentra en Roma, dijo que no se le permitió leer el informe de una visita apostólica a Ciudad del Este realizada por dos enviados del papa el pasado julio, y que tampoco le concedieron una audiencia con el papa.

La diócesis indicó que Livieres, "por obediencia a la autoridad del Papa, ha aceptado con serenidad y tranquilidad la decisión de ser removido del cargo".

"Cuando el Obispo sea notificado por escrito debidamente tendrán efectos legales las decisiones tomadas", añadió la declaración.

El Vaticano anunció este jueves de forma simultánea en Roma y Asunción la destitución de Livieres y el nombramiento de Jorge Valenzuela, obispo de Villarrica, como administrador apostólico de su antigua diócesis.

Valenzuela y el nuncio apostólico en Asunción, Eliseo Ariotti, viajaron hoy a Ciudad del Este para asumir el control.

El Vaticano indicó en su declaración que la decisión de destituirlo está "ponderada por serios motivos pastorales" y mira "al bien mayor de la unidad de la Iglesia de Ciudad del Este y a la comunión episcopal en Paraguay".

En una rueda de prensa en la capital paraguaya, Ariotti dijo que el papa Francisco "se ha dado cuenta de que la comunión eclesial en Paraguay está herida".

La Asociación de Laicos del departamento paraguayo de Alto Paraná le acusa de irregularidades en el seminario, que motivaron que el Vaticano suspendiera en julio las ordenaciones que allí se realizaban.

Javier Miranda, uno de sus líderes, dijo que el obispo ordenó a sacerdotes tras dos años de estudios y dio la confirmaciones a niños de tan solo 10 años, lo que según él viola los reglamentos eclesiales.

También indicó que Livieres vendió bienes de la diócesis "sin que se sepa a dónde fue el dinero, nunca fue transparente".

Miranda era coordinador de catequesis de una parroquia de Ciudad del Este hasta que junto con otros líderes laicos cuestionó la presencia en la diócesis del sacerdote argentino Carlos Urrutigoity, acusado de abusos en Estados Unidos.

Livieres le "excomulgó", junto con otros siete laicos, a quienes también prohibió ejercer cargos en la iglesia por entre tres y cinco años, según dijo.

Urrutigoity, que está en Ciudad del Este desde hace nueve años, fue rector del seminario y hombre de confianza de Livieres, que lo nombró vicario general hace dos años.

Fue acusado en 2002 por un estudiante de la Academia Saint Gregory en Pensilvania de haberle ofrecido "dirección espiritual" durmiendo con él y más tarde de asaltarle sexualmente junto al reverendo Eric Ensey.

Esa denuncia fue seguida de al menos otras tres acusaciones de compartir cama y aproximaciones sexuales de otras personas, que se resolvieron con altas indemnizaciones, según varias fuentes.

El arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, sugirió en junio pasado reabrir una investigación para averiguar si son ciertas las acusaciones, a lo que Livieres respondió llamándole "homosexual" en público.

En los últimos años la diócesis de Ciudad del Este quedó dividida entre feligreses y religiosos que apoyaban al obispo, perteneciente al Opus Dei y de ideología conservadora, y los que estaban en contra de él.