España ha perdido por la crisis el 66 por ciento de los empleos vinculados a la arqueología, al pasar de 2.358 a 796 entre 2009 y 2013, cuando en Estados del norte de la UE, como los Países Bajos, se incrementaron en un 43 por ciento, de 761 a 1.335.

Estos son datos del proyecto "Descubriendo los arqueólogos de Europa" (Discop) en el que, con financiación comunitaria, participaron investigadores de 23 entidades pertenecientes a 21 países de Europa, para conocer la situación de la arqueología como profesión en el continente europeo.

Las conclusiones de este trabajo fueron expuestas en Santiago de Compostela por su coordinador, Kenneth Aitchison, en una comparecencia en la que el director del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit), del Cesic, Felipe Criado, dijo que se trataba de determinar cuántos arqueólogos hay en Europa, dónde están, cuáles son sus condiciones laborales, cuánto se gasta en arqueología y cómo afectó la crisis.

Ya al inicio de su exposición, el profesor gallego afirmó que "los datos son espeluznantes".

Aitchison explicó que en los 21 países que participaron trabajan unas 25.000 personas vinculadas a la arqueología, de manera que si se proyecta a la totalidad de los países, serían entre 32.000 y 33.000 los profesionales en el conjunto del continente.

El coordinador del proyecto Disco resaltó que se trata de personas con un alto nivel de formación y salarios inferiores a la media de los empleados con su mismo nivel, y subrayó el "gran efecto" que produjo la crisis en la actividad, de manera que en Irlanda se perdieron el 75 % de los empleos y en el Reino Unido, un tercio.

El especialista vinculó estos datos con la estrecha relación que esta actividad tiene con la construcción y la arquitectura y los efectos que la crisis supuso sobre ellos.

Kenneth Aitchison dijo que el retrato robot del arqueólogo en Europa se separa del cliché de Indiana Jones, de manera que se trataría de una mujer en torno a los 30 años.

El caso español fue explicado por Rocío Varela, del Incipit, que apuntó que entre 2009 y 2013 habían desaparecido el 42 por ciento de las empresas, al pasar de 273 a 158, y se perdió un 66 por ciento de los empleos, de 2.358 a 796.

La mayor parte de las sociedades, un 76 %, son de menos de 10 trabajadores, un 56 % factura menos de 200.000 euros al año y solo un 14 % tiene actividad internacional.

En cuanto al género, el 56,8 % son hombres y el 56,5 % se sitúa en la franja de 30 a 39 años, aunque los menores de 30 años son mayoritariamente mujeres.

El 56 % tiene contratos temporales y el 39 % de las empresas informó de que les paga menos de 15.000 euros al año.