El 40 por ciento de los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) que no han sido tratados tienen en el futuro contacto con las drogas debido a una impulsividad no controlada que les hace vivir situaciones extremas.

El doctor en Medicina y Psicólogo del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Nuestra Señora de Candelaria, Pedro Javier Rodríguez, destaca la necesidad de diagnosticar a tiempo esta enfermedad neurobiológica para evitar la aparición de comportamientos violentos y desafiantes en la adolescencia.

Para ello, recomienda a los padres que vigilen el rendimiento de sus hijos en el colegio y, si es bajo, acudan a su pediatra, pues el cien por cien de los niños con TDAH tienen problemas de concentración.

"Siempre que haya mal rendimiento escolar hay que descartar un TDAH", asegura el psiquiatra, quien detalla que el 45 por ciento de los niños que tienen esta enfermedad tienen retraso en el colegio.

Esto se debe a que les cuesta concentrarse, lo que hace que sean etiquetados de "vagos" y disminuya su motivación y autoestima, ya que por mucho que se esfuerzan no logran controlar su hiperactividad.

No esperar su turno de preguntas, meterse en los asuntos de los demás o levantarse de la silla constantemente, son algunos de los comportamientos característicos de las personas que padecen TDAH, una enfermedad que afecta al 5 por ciento de los niños.

El psicólogo insiste en que se trata de una patología neurobiológica, que se nace con ella, no está motivada por una mala educación, y que se puede manifestar desde los dos años de edad, si bien el diagnóstico se realiza a partir de los seis.

Si se trabaja con el pedagogo y, si es necesario, se medican, dos tercios de los pacientes no precisan continuar con medidas terapéuticas después de la adolescencia.

En el caso contrario, los adolescentes pueden convertirse en personas atraídas por las relaciones difíciles, que coquetean con las drogas y no logran la estabilidad personal ni laboral.

El tratamiento que reciben estos pacientes tiene un enfoque multidisciplinar, asevera el especialista, ya que es importante trabajar en sus conductas tanto en el colegio como en casa.

Por ejemplo, es necesario que se hagan adaptaciones en las aulas para que el niño tenga más tiempo en los exámenes, disponga de clases de refuerzo, se siente cerca del profesor y las preguntas que se les formulen sean cortas para captar su atención.

En casa, el psiquiatra recomienda a los padres que potencien los aspectos positivos de su carácter y comportamiento y no castigarlos sino hacerles ver el problema, para así subirles la autoestima, que suele ser muy baja.

Aunque la enfermedad es biológica y no se crea por malas técnicas educativas, una situación familiar complicada y una educación que no sea constructiva pueden hacer que el niño se sienta peor y la enfermedad se complique.

En cuanto al tratamiento con fármacos, que suelen necesitar la mayoría de estos pacientes, el psiquiatra detalla que las medicinas mejoran entre el 75 y el 80 por ciento de los casos, si bien insiste en que es necesario un tratamiento psicológico y educativo para que sea eficaz.

Además, resalta la necesidad de "modificar la percepción y entender y hacer entender que el niño no es malo o travieso, sino que necesita ayuda".