El doctor Ricardo Caballero lleva veinte años ejerciendo la ginecología y la obstetricia, un periodo en el que ha visto evolucionar su especialidad de forma vertiginosa. No ha apreciado un progreso similar, en cambio, en la cultura de la prevención de los varones, que siguen dejando todo el peso en este aspecto en las mujeres, dice.

¿Se han producido muchos cambios en su especialidad desde que usted la ejerce?

Ha evolucionado enormemente, tanto la parte diagnóstica como la terapéutica, además de las estrategias de tratamiento. Ha sido en todos los campos. El enfoque que hemos dado tanto a la patología maligna como benigna es distinto, y también los métodos diagnósticos. Hemos ganado muchísimo en cuanto a los protocolos de estudio de la mujer fértil. Hemos entendido enfermedades que antes desconocíamos. Las mujeres cada vez tienen más criterio de la prevención. Tienen mucha más conciencia de la prevención que el hombre. Ahora estamos muy abocados a determinar enfermedades de tipo viral, como el papiloma virus. Tenemos medios para detectarla, identificarla y saber su progresión y consecuencias en un futuro si no la controlamos. Tenemos más criterios respecto a la patología de la mama. El cáncer de mama cuenta con protocolos para identificarlo y establecer su diagnóstico precoz.

¿Mediante factores genéticos?

Hemos comenzado a entender que hay factores genéticos y ambientales. No hay una sola causa, sino múltiples. De lo último que se habla es del síndrome metabólico, de la alimentación... Estamos estudiando genéticamente si hay relación o no. En cuanto al diagnóstico precoz, todas las comunidades hacen estudios de "screening", que es la forma mínima y más barata y que puede dar una mayor amplitud. La sensibilidad y capacitación de los profesionales para poder detectar precozmente también ha mejorado. Paralelamente se han desarrollado terapias oncológicas, que son capaces de controlar e incluso revertir la enfermedad. Hoy por hoy ya no encontramos a la mujer que llega con una tumoración enorme. Ahora son pocas las ocasiones en que nos vemos obligados a sacrificar la mama.

¿Y en cuanto a la cirugía?

Se ha capacitado la cirugía mínimamente invasiva, intervenciones mínimas con una alta capacidad. Estamos hablando, incluso, de robots. En Canarias aún no han llegado, pero probablemente lo harán.

¿Cómo ha progresado la obstetricia?

Es otro mundo. He tenido la suerte de vivir una transformación. En el año 1987, cuando comencé la especialidad, nos limitábamos a estudiar el feto con un ecógrafo que, como mucho, podíamos tener en blanco y negro, y con sondas muy limitadas. Ahora hablamos de tres y cuatro dimensiones, de estudios volumétricos. Lo diagnosticamos desde la semana nueve para saber si puede tener una malformación. También se está empezando a hacer algún tipo de cirugía intrauterina para corregir determinados factores. Me siento una persona afortunada por vivir estos cambios. He visto la altura de los especialistas españoles, he trabajado con mis compañeros en Tenerife y Canarias y he comprobado que hay una alta capacitación. Y todavía queda mucho más.

¿Qué prevé para los próximos años?

La medicina molecular, entender el ADN, nos va a dar la llave de muchas enfermedades. Nos va a proporcionar estrategias y probablemente permitirá que la mujer, que aún sufre por este tipo de enfermedad, la controle. A veces nos preguntamos si la cirugía, que ahora parece lo más espectacular, llegará a descartarse. Alguien decía que la cirugía es el fracaso de la medicina. ¿Por qué no podremos entender las enfermedades y hacerlas crónicas y más llevaderas? Pero también necesitamos -y es una visión personal- tener consciencia. La sociedad será consciente de la necesidad de prevenir la enfermedad cuando el hombre lo sea, y no solo la mujer. El hombre debe entender que la mujer sufre.

¿Falta comprensión por parte de los hombres?

Entre los varones aún hay mucha ignorancia. El hombre todavía no tiene consciencia de la prevención. ¿Vamos a hacernos una analítica si no nos manda la empresa? ¿Nos hacemos una placa de tórax porque fumamos? Y si fumamos, ¿por qué lo hacemos? A determinada edad nos corresponde ir al urólogo. ¿Lo hacemos, salvo que nos sintamos mal? Ese criterio de prevención que la mujer sí lo tiene -o al menos parcialmente lo intenta-, no lo tiene el hombre. Hay enfermedades de pareja, como el papiloma virus. La sufre la mujer, pero el hombre también es importante en cuanto a prevención, a inmunología. Estamos vacunando a las mujeres jóvenes. ¿Por qué no a los hombres también?

¿Es posible hacerlo?

Lo he planteado en algunos grupos. Se está estudiando, pero todavía no se sabe. La mujer está soportando a nivel ginecológico toda la presión de la sociedad, y el hombre no.

¿Cómo están afectando los recortes en sanidad?

Ahora mismo no sabemos qué consecuencias tendrá la limitación de determinadas asistencias sanitarias. ¿Se van a restringir los "screening" de cáncer de mama, las vacunaciones de adolescentes, los controles de las citologías normales, los tratamientos oncológicos? No sabemos por dónde vamos. Nos han reducido la educación y la sanidad, en unas comunidades más que en otras, y la nuestra no es rica. Pero hasta la más potente, como Navarra, ya se está resintiendo. Pero como médico no me puedo abrumar con todo esto; al contrario, tengo que buscar alternativas y recursos.

¿Estamos cerca ya de una situación crítica?

Creo que en Canarias todavía no. La situación crítica la vive ahora mismo Cataluña.

¿Qué opina de la restricción de la asistencia sanitaria a los inmigrantes irregulares?

Por encima de todas las normas, si una persona necesita mi ayuda tengo que ayudarla. Esto lo diría cualquier médico. Nuestro código deontológico nos impide decirle que no a alguien que nos necesita. Es como decirle a un cura que vaya a pecar.