José Miguel Izquierdo ejerció durante tres años como cura "insumiso y rebelde" y ahora ha escrito su experiencia ya que, a su juicio, es el momento "oportuno" ante la forma "intolerable" en que se manifiesta la "integrista" jerarquía católica y porque echa en falta la voz de los creyentes.

Izquierdo relata en "Y la Iglesia se topó conmigo" su autobiografía como cura en Tenerife, La Palma y La Gomera que abandona el sacerdocio por su defensa del derecho a la sexualidad, a la libertad de pensamiento y por su denuncia de la contradicción entre el catolicismo oficial y el mensaje del Evangelio.

En una entrevista a Efe, señala que su relación con la Iglesia es "de uñas" y el libro, que presenta mañana en la Casa de la Cultura de Güímar, su municipio natal, viene "en un momento justo, tal y como se está manifestando la Iglesia católica en España en estos momentos".

En su opinión, resulta "alucinante e intolerable" la actitud de la jerarquía católica "de un año para acá" y cita como ejemplo el que se aproveche la homilía de un Viernes Santo para "atacar a homosexuales, jóvenes, a la gente que es infiel en su matrimonio o el abuso de menores, lo que en su caso supone un cinismo enorme".

Izquierdo señala tajantemente que la jerarquía católica española está dominada "total y absolutamente" por "integristas" y "más" con el actual Gobierno central, con el que predominan "opus, legionarios de Cristo y kikos".

A su juicio hay una parte de fieles que lucha por sacar otro modelo de Iglesia, un término que realmente implica "una comunidad de creyentes", y opina que ha llegado la hora de integrarse de nuevo en estos movimientos que defienden una sociedad más justa en lo social, en lo político y de acuerdo al Evangelio.

Sin embargo, añade, la Iglesia sólo se refiere "a la doctrina, al magisterio, la tradición, el catecismo" y no menciona "ni la palabra, ni el reino de Dios ni el Evangelio", pues ha "sustituido, manipulado y tergiversado el mensaje de Jesús, del que se ha apropiado de manera indebida".

Opina Izquierdo que en Canarias hay movimientos activos de creyentes pero en pequeñas comunidades "y en silencio" y por ello echa en falta colectivos "grandes" que puedan gritar "con más peso".

Por ello tiene más repercusión mediática "la palabra de un obispo que mete la pata que la de los creyentes que responden con respeto".

Indica que le ha decepcionado el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, quien fue compañero suyo en el Seminario y con el que también coincidió como sacerdote en La Gomera, y a quien califica de "muy inteligente y abierto" pero que no ha continuado la labor "callada" de su antecesor, Felipe Fernández, quien realizó un trabajo "muy bueno".

Advierte también de que "luchar contra una institución esclerotizada es muy difícil, pero si no se hace nada se seguirá encostrando".

José Miguel Izquierdo explica en su autobiografía cómo entró en el seminario a los 11 años impulsado por una familia profundamente católica, a la que sucedieron "una serie de personas que ejercieron un chantaje emocional bestial".

Muchas veces quiso abandonar el seminario pero renunció a su deseo por la ilusión que en el sacerdocio tenía su madre.

Sin embargo, cuando se ordenó sacerdote en 1978, a los 24 años, se convirtió "en un disparate de cura".

Ello coincidió además con el nacimiento de la teoría de la liberación y el auge de teólogos como Hans Küng, cuyos libros guardaba en el seminario debajo de la cama por "si me pillaban".

Recuerda que de los 80 compañeros que compartieron su formación en el seminario, sólo dos llegaron a ordenarse sacerdotes y señala que desde aquella época planteó sus discrepancias en asuntos como el derecho a la sexualidad, pero se encontró "con argumentos falaces, como escalar un muro que cada vez se hace más alto".

Había miedo a plantear estos asuntos o a discutir cómo la forma en que el Episcopado afrontaba las consignas del Concilio Vaticano II no tenía "nada que ver" con esas propuestas.

José Miguel Izquierdo defiende que el celibato no es un voto, sino la promesa de no casarse, de permanecer soltero, y subraya cómo ha visto una mayor entrega a la Iglesia por parte de casados y con hijos que en muchos curas.

"Somos seres humanos y no nos pueden privar de amar a una persona", afirma Izquierdo, quien admite que de los tres años que ejerció como cura sólo guardó la castidad durante uno pues llegó un momento en que se enamoró de una chica "como un loco".

Como cura estuvo nueve meses en La Palma y fue trasladado después como si fuera "un elemento peligroso" a La Gomera, y allí estuvo al borde de la depresión hasta que fue enviado a Vilaflor y Arona.

Entonces decidió abandonar el sacerdocio, algo "muy duro" porque tuvo que echar abajo "muchísimos ideales que la gente tiene sobre ti, pero yo tenía que dar una respuesta a la mujer de la que estaba enamorado".

Cuando tomó la decisión "sabía que tenía que empezar de cero" pero a los seis meses consiguió trabajo en una empresa en la que permaneció durante 29 años. Posteriormente conoció a su actual esposa, con la que se casó en 1982 y es padre de tres hijos.