El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (Istic) y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo celebran estos días sus jornadas sobre "La labor social de la Iglesia en Canarias ". Juan María Laboa, catedrático emérito de Historia en la Universidad Pontificia de Comillas, es el ponente que abrió las intervenciones.

¿Es consciente la sociedad actual de la labor social de la Iglesia en nuestra historia más reciente?

A menudo predominan las noticias-escándalo ofrecidas profusamente en ciertos medios de comunicación, creando una especie de biombo que oculta la Iglesia real. Si la sociedad conociese el ejército de creyentes que han comprometido su existencia con el servicio a los seres humanos y con la defensa de los derechos de los hombres y de la libertad su opinión sería más completa y objetiva. En nuestras ciudades mucha gente vive gracias a las ayudas de toda clase de parroquias, congregaciones religiosas, laicos cristianos. Caritas está bien considerada, pero otras obras católicas siguen siendo desconocidas.

¿Ha cambiado en algo la labor social de la Iglesia desde los inicios del siglo XX hasta estos momentos del XXI?

No, ha cambiado la generosidad. Las circunstancias son distintas y la conciencia eclesial se ha enriquecido durante el siglo XX. No se trata solo de asistencia social, sino también de promoción de la justicia. No se trata solo de ayudar a los cristianos, sino de estar cerca de todo ser humano necesitado sin pedir su carné de identidad. En muchos lugares las iglesias se han convertido en espacios de acogida y de solidaridad.

¿La sociedad se siente amada hoy por la Iglesia?

Muchos se sienten amados por los cristianos y por Jesús, pero no siempre son conscientes de que esos cristianos forman parte de la Iglesia. A menudo, los creyentes no tienen un suficiente espíritu de cuerpo y muchos son víctimas de estereotipos. Obviamente, la Iglesia no existe sin nosotros los creyentes; ni nosotros, en realidad, existimos en cuanto tales, al margen de la Iglesia. De ahí la inmensa responsabilidad que la jerarquía y los creyentes comprometidos tienen con el testimonio que ofrecen.