La ONG Acción contra el Hambre ha alertado de que un millón de niños con desnutrición severa corren el riesgo de morir en primavera si la comunidad internacional no da una respuesta a la situación en la franja del Sahel -Níger, Malí, Mauritania, Burkina Faso y Chad-, donde más de diez millones de personas están agotando sus reservas de alimentos y ya se dan 2,6 millones de casos de desnutrición aguda.

La organización recuerda que "todos" los indicadores de los sistemas de alerta temprana "están en rojo": déficit de pastos y de cosechas, precios de los cereales entre un 60 y un 85 por ciento más altos que en los últimos cinco años y miles de familias agotando sus reservas de alimentos antes de marzo, por lo que "comienza una carrera contra el reloj" para actuar antes de que sea demasiado tarde.

Acción contra el Hambre incide en que "esta es, otra vez, una crisis anunciada", en relación a la situación que se vive en el Cuerno de África, donde miles de personas han muerto por la tardanza de la comunidad internacional en reaccionar a los sistemas de alerta temprana, que según distintos informes de varias ONG, advirtieron con un año de antelación de la hambruna que azotaría países como Somalia.

"Las diferencias con el Cuerno de África son todavía grandes: no se trata de una hambruna y las bolsas de desnutrición están mucho menos dispersas en la región de Sahel, pero no podemos perder tiempo. Las intervenciones que den a los afectados capacidad para acceder al mercado, como las transferencias monetarias o los programas de dinero por trabajo, o la distribución de raciones de protección a familias con niños con desnutrición aguda, pueden reducir enormemente el alcance de la crisis", explica la organización.

El Sahel abarca algunos de los países más pobres del mundo. Todos los años se produce un periodo crítico, conocido como "hunger gap", entre julio y octubre, cuando se han agotado las reservas de la primera cosecha y aún no se ha recogido la segunda. Este año, esta fase empezará mucho antes, en primavera.

Esto se traduce en que entre cinco y siete millones de familias habrán agotado sus reservas de alimentos y sus mecanismos de supervivencia en el mes de marzo, ya que si bien la recogida en 2011 "no ha sido catastrófica", desde la sequía de 2005 no ha habido dos años seguidos de cosechas óptimas, por lo que "muchos de los hogares más vulnerables están todavía extremadamente debilitados", explica la representante de Acción contra el Hambre en África Occidental, Patricia Hoorelbeke.

Esta crisis alimentaria, que ya está afectando a más de diez millones de personas, incidirá especialmente en los niños menores de cinco años, las embarazadas y las madres en periodo de lactancia. Su situación nutricional corre el riesgo de empeorar en los próximos meses si no se actúa a tiempo.