El profesor israelí Dan Shechtman, laureado este año con el Premio Nobel de Química por el descubrimiento de los "cuasicristales", asegura que ha visitado tantas veces la Alhambra de Granada que hasta podría hacer visitas guiadas a este monumento.

De todos los Nobel de este año, Shechtman tiene una de las historias más llamativas, no solo porque su descubrimiento supuso una revolución, ya que se consideraba algo imposible en la naturaleza, sino porque tuvo que enfrentarse al rechazo y las "burlas" de la comunidad científica y demostrar que no estaba equivocado.

Aunque entender lo que es un cuasicristal o "materiales casiperiódicos", como prefiere llamarlos Shechtman, no es fácil, la forma en que los átomos se agrupan dentro de ellos -que es lo que le ha valido el Nobel- crea simetrías similares a las encontradas en los mosaicos de la Alhambra de la Granada.

Shechtman explica que no se trata exactamente del mismo tipo de simetrías, puesto que a los mosaicos de la Alhambra les falta estar organizados de una manera cuasiperiódica -que siguen una regla matemática pero nunca se repiten a sí mismos- para ajustarse más a la simetría de estos elementos.

Shechtman se topó con el primer cuasicristal en abril de 1982 y él mismo pensó que se trataba de algo imposible. En el cristal que estaba analizando los átomos estaban organizados de una manera que creaba una simetría no periódica.

Esa afirmación suponía cuestionar la verdad más fundamental de la cristalografía, es decir, que todos los cristales estructurados en formas periódicas se repiten de manera constante, pues hasta ese momento se creía que cualquier cosa diferente era imposible en la naturaleza.

Así empezó una larga batalla para el químico, que defendió los cuasicristales frente a la oposición e incluso la burla de algunos de sus colegas.