Uno de los principales problemas en relación con las bacterias es el aumento de la resistencia a antibióticos de última línea, es decir, de aquellos que se consideran como la última opción disponible para el tratamiento de la infección.

Así lo señala la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), que advierte de que esta situación "limita seriamente las opciones de tratamiento en pacientes graves infectados por bacterias multirresistentes", resistentes a tres o más familias de antibióticos.

Con frecuencia, los fármacos que se pueden utilizar en estos casos son antibióticos antiguos que se desarrollaron hace décadas y cuyo uso se limitó debido a los efectos secundarios.

Según la SEIMC, "si los problemas de resistencia continúan al ritmo actual, podríamos enfrentarnos a una situación semejante a la de la era pre-antibiótica, en la que no había tratamiento adecuado para las infecciones bacterianas".

Más de 25.000 pacientes mueren al año en Europa por bacterias multirresistentes.