En apenas dos horas y sin disparar un solo tiro, las autoridades brasileñas recuperaron ayer el control de la Rocinha, la favela más emblemática de Río de Janeiro, y de otras dos barriadas en las que durante décadas el poder fue ejercido por el narcotráfico.

Con una operación relámpago que no encontró la más mínima resistencia armada, más de 1.500 miembros de la Policías Militarizada y Civil de Río de Janeiro, de la Policía Federal y de la Infantería de Marina, apoyados por 18 blindados y siete helicópteros, pusieron punto final al dominio del crimen organizado en la zona.

El Batallón de Operaciones Especiales (Bope), cuerpo de elite de la Policía Militarizada, encabezó la ofensiva detrás de los blindados de la Marina, que aplastaron las pocas barricadas dejadas por los delincuentes en su huida de la Rocinha, Vidigal y Chácara do Céu, las tres favelas blanco de la denominada Operación Choque de Paz.

A diferencia de la toma del Complexo do Alemao, en noviembre del año pasado, donde hubo intercambio de disparos entre los delincuentes y las fuerzas del orden, que arrestaron a decenas de sospechosos, la operación de hoy transcurrió sin incidentes y sólo fue detenido un prófugo de la justicia, mientras que se incautaron doce fusiles, una ametralladora y una granada. Como colofón, los policías izaron las banderas de Brasil y del estado de Río de Janeiro, al igual que lo han hecho en otras favelas arrebatadas al narcotráfico en los tres últimos años.

"Lo que tenemos en concreto es la liberación de esas personas (habitantes de las favelas) del yugo del fusil", manifestó el secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame, al resumir el logro de la acción policial desarrollara ayer.