El Papa Benedicto XVI y cientos de miles de jóvenes celebraron ayer la vigilia de oración en Cuatro Vientos pese a la gran tormenta de agua y viento que azotó la base aérea en la que se celebran los actos centrales de la Jornada Mundial de la Juventud.

El vendaval desatado poco antes de las 22:00 horas obligó al Papa a interrumpir un discurso en el que denunciaba el relativismo que desprecia la búsqueda de la verdad y exhortaba a los jóvenes a no tener miedo ni al mundo, ni al futuro ni a sus debilidades. A lo largo de la media hora que duró la tormenta, Benedicto XVI se mantuvo serenamente sentado en el altar mayor, donde era protegido por varios grandes paraguas.

La inmovilidad del Papa fue secundada por las autoridades y los cientos de miles de jóvenes. Cuando volvió la calma, Benedicto XVI les agradeció su "alegría y resistencia".

"Nuestra fuerza es mayor que la lluvia. Gracias. El Señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones", manifestó antes de señalar que la pasada noche sería "una experiencia inolvidable" en la vida de todos los jóvenes.

Una vez amainó la lluvia, la ceremonia continuó de forma muy abreviada, hasta el punto de que el Pontífice renunció a continuar con su discurso, pese a lo cual el Vaticano informó de que se da por pronunciado y es válido.

La aparición de la Custodia del Arfe, una joya de la orfebrería española del siglo XVI prestada para la ocasión por la catedral de Toledo, sumió a los cientos de miles de peregrinos en un silencio sepulcral mientras adoraban al Santísimo de rodillas en lo que fue el punto culminante de la ceremonia.

Pese a que no pudo con el Papa y los jóvenes, la tormenta tumbó un poste de luz, dañó el revestimiento de parte del altar mayor y provocó la caída de varias carpas de oración, una de las cuales alcanzó a siete personas que resultaron heridas de diversa consideración, ninguna de ellas grave.