La ayuda humanitaria y el trabajo social no son ya exclusivos de las organizaciones no gubernamentales, de las administraciones públicas o de las asociaciones sin ánimo de lucro, ya que durante los últimos años muchas empresas, de muy diferentes tamaños y sectores, han fomentado y financiado las actividades solidarias de sus empleados.

El "voluntariado corporativo", un fenómeno en progresivo crecimiento en España, surge cuando las compañías se ponen de acuerdo con las asociaciones sin ánimo de lucro, que les proporcionan una serie de proyectos que la propia empresa pone a disposición de sus trabajadores.

Los últimos datos del Observatorio del Voluntariado Corporativo reflejan que en España el 65% de las empresas con más de 500 empleados realiza este tipo de actividades, sobre todo en la banca, las telecomunicaciones y la alimentación.

La iniciativa ha cobrado durante los últimos meses un nuevo impulso al amparo de la celebración del Año Europeo del Voluntariado.

"Nosotros formamos a los voluntarios y coordinamos todo, mientras que las empresas tienen que pensar de qué manera van a involucrar a sus empleados en los programas", asegura Juan Ángel Poyatos, subdirector de la ONG Fundar.

Esta organización, por ejemplo, emplea a este tipo de voluntarios para ir a las prisiones y compartir con los reclusos algunas actividades, como "jugar al fútbol con ellos, promover el empleo, crear talleres o impartirles clases de baile y de idiomas", cuenta Juan Ángel.

En otros casos, los trabajadores se trasladan a países subdesarrollados para participar en proyectos que puedan mejorar el nivel de vida de la población.

Es el caso de Cristina Michot, cuya empresa, La Caixa, le ofreció la posibilidad de viajar a Lima (Perú) para colaborar con una asociación de personas disminuidas físicas que fabrican sillas de ruedas en un taller.

"Les ayudamos, entre otras cosas, a elaborar un análisis del proyecto y les enseñamos a hacer un estudio de costes, para que vean lo que es viable y lo que no", narra Cristina.

Para desplazarse a Perú, esta empleada aprovechó sus tres semanas de vacaciones, algo que también hizo su compañero de La Caixa Andreu Sola, que se trasladó hace dos años a una aldea en la selva de Nicaragua con el objetivo de ayudar a sus habitantes a crear una cooperativa agrícola. "A cambio la empresa no te da días, pero te paga el transporte", detalla Andreu.

Los principales objetivos que buscan las compañías al impulsar las ayudas solidarias son, según ese Observatorio, reforzar el "orgullo de pertenencia" (a una empresa), mejorar el clima laboral y contribuir a desarrollar las capacidades de los empleados.

Sin embargo, para Sergi Burrull, responsable de CooperantesCaixa, los beneficios deben ir dirigidos, sobre todo, a "las poblaciones a las que ayudan los programas".

Los proyectos solidarios que ofrecen las empresas tienen buena acogida entre sus trabajadores. De hecho, las plazas son limitadas, por lo que para participar hay que pasar por una serie de "filtros".