ENTRAMOS en el ecuador del año. Junio nos marca ese paralelo entre enero y diciembre. Y en este mes celebraremos el día de Hábeas, y por tanto el Día de la Caridad o Día de Cáritas. La campaña lleva por lema "Una sociedad con valores es una sociedad con futuro". Porque "las cosas importantes se hacen con corazón". De esta campaña me llama poderosamente la atención una frase; léanla despacito, por favor: "Hay gestos que salen del corazón: la entrega, el afecto, el compromiso con los demás… Gestos que nuestros voluntarios hacen cada día". ¡Qué hermosa!: entrega, afecto, compromiso con los demás… o sea, amor, amor, amor…

En este mes Cáritas presentará el día 16 su Memoria 2010, acontecimiento importante en nuestro hacer, porque en ese documento ponemos de manifiesto qué hemos hecho a lo largo de 365 días de un año plagado de situaciones negativas como el crecimiento del paro, el incremento de personas en situación de vulnerabilidad o bajo el umbral de la pobreza (incluyendo a los menores de edad), los mayores de 65 años bajo ese umbral, etc.

También el día 19, entre las 10:30 y las 14:30 horas, llevaremos a cabo en la plaza del Cristo de La Laguna el V Acto Institucional 2011, con una serie de actividades y actuaciones (Benito Cabrera y su cuarteto, Pepe Benavente, Beatriz Martín, Zalattateatro…) que serán el deleite de chicos y grandes. Les invito a pasar por allí; disfrutarán de un rato de asueto y diversión. Hay actividades lúdico-festivas.

Al margen de lo dicho y si echamos un vistazo atrás, al mes de mayo, nos encontraremos con que volvió a ocurrir; de nuevo tuvimos muertes dentro del colectivo de personas sin techo, sin hogar, en nuestra provincia tinerfeña. La última, el día 28 en Santa Cruz. Al respecto, me permito el siguiente comentario: está muy bien que nos llegue al alma la muerte de una persona en la calle sin techo, sin derechos, sin oportunidades… Que salgan voces por doquier clamando contra quienes supuestamente deberían impedir esas situaciones… Que otros muchos se rasguen las vestiduras acusando a diestro y siniestro contra la supuesta falta de atención y ayuda al fallecido. Pero también deberíamos preguntarnos por qué esa persona está en esa realidad. ¿Qué posibilidades tiene de subsistir, de trabajar, de compartir? ¿Nos hemos acercado para preguntarle? ¿Quiénes de los que claman por su muerte se han preocupado de pasar no un día ni unas horas, sino acaso unos minutos junto a él interesándose por sus circunstancias? ¿Quiénes le han llevado un plato de comida caliente y le han acompañado? Huele mal, ¿verdad? Está sucio, ¿no? Apesta a vino, ¿eh? ¿No es cierto que cuando por la acera le vemos venir nos cambiamos a la otra? Vivimos en la sociedad del "yo", en la sociedad de "mis derechos", en la sociedad de "tus obligaciones"… Cierto que las administraciones públicas son las encargadas de que esas situaciones no ocurran, pero tampoco olvidemos que los "sin techo", aun sin tener realmente acceso a los mismos derechos y oportunidades que la sociedad que los excluye, son como ellos quieren ser y estar; tienen derecho a ser diferentes, a tener su propia identidad, a recorrer su propio camino. La libertad de cada uno no termina donde comienza la del otro; la libertad de cada uno se construye en común con el otro.

¿Por qué un ser humano se niega sistemáticamente a ser atendido por los servicios sociales y sanitarios? Era la pregunta que me hacían en un medio de comunicación. Es muy de destacar lo que dice la profesora titular de Geografía Humana en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia Carmen Bel Adell respecto de los marginados: "Marginado es el que está al margen, por voluntad propia o circunstancias ajenas a él. En algún momento y lugar la marginación ha sido voluntaria; el que no quería entrar en el sistema por rechazo, descontento o rebeldía se situaba al margen. Hoy, como derivación de la pobreza, no es voluntaria, menos que nunca nace de la libertad de opciones; más bien se es precipitado, arrojado fuera, y fácilmente desemboca existencialmente en patologías sociales".

Decía en mi escrito del pasado mes que la muerte de un ser humano me produce dolor. Pero en estos casos es tan profundo ese pesar que uno se encuentra impotente ante estas situaciones. Y, a pesar de todo, tampoco me explico cómo es posible que nadie pueda tomar cartas en el asunto y determine que se le preste a la persona gravemente enferma los auxilios y el tratamiento médico que su caso requiere. Pero no solo cuando esté en peligro de muerte, sino también cuando presenta patologías de salud mental, que sin un control de su medicación y seguimiento del tratamiento, además de revisiones médicas, pueden ser un peligro para el resto de la sociedad. Sin ir más lejos, recordemos el degollamiento del sur.

Y por otro lado tengo motivos de alegría, porque cuando, con los tiempos de crisis que corren, alguna de las personas del colectivo mencionado ha logrado incorporarse al mercado laboral, la satisfacción es doble: primero, porque se ha producido un giro en la vida de la persona hacia la inclusión social; y segundo, porque normaliza su situación con la incorporación al mercado laboral. Y recorre mi ser una satisfacción extrema, cuando me dicen: "Está trabajando". Verdaderamente estas son las noticias que me gustaría tener todos los días, pero no solo de una de esas personas, sino de muchas más.

No olvidamos que estamos viviendo situaciones conmovedoras producidas en familias de nuestro entorno que en ocasiones los servicios de Cáritas no pueden atender en su justa medida. Hemos sufrido la impotencia que produce ver el desalojo de una familia de su casa porque no puede pagar el alquiler o la hipoteca… patético, dramático en verdad.

Una vez más, mi gratitud a ustedes. Son quienes, con sus contribuciones, pueden ayudar a paliar estas situaciones. No olviden que "muchas pocas aportaciones se convierten en grandes ayudas a familias necesitadas". Por eso es preciso e importante recordar uno de nuestros lemas; "comparte, incluso lo necesario". Gracias.

Diocesana de Tenerife