El matrimonio estadounidense Deborah y Roger S. Fouts ha dedicado su vida a combatir la idea de que el lenguaje es el "último bastión" de la singularidad humana y el resultado han sido más de 40 años de trabajo con unos chimpancés que no solo han aprendido a comunicarse con el lenguaje de signos, sino también a mentir y hacer poesía.

Esta pareja de psicólogos comparativos, de la Central Washington University, se jubilará el próximo verano sabiendo que han cumplido su misión y que han "cerrado la boca" a muchos científicos que durante décadas negaban esta posibilidad comunicativa.

Los Fouts fueron continuadores de los trabajos iniciados en los sesenta por otro matrimonio -Allen y Beatrice Gardner-, a quienes la NASA cedió la chimpancé Washoe.

Washoe fue introducida en un ambiente humano donde solo se hablaba el lenguaje de sordomudos, una vía muy diferente a la de equipos que, décadas antes, habían intentado enseñar lenguaje oral a una chimpancé que en seis años sólo pudo pronunciar, y no claramente, cuatro palabras: "mamá", "papá", "taza" y "arriba".

La primate aprendió más de un centenar de signos viendo cómo se comunicaba el equipo, y así consiguió pedir comida o que le rascasen, o expresar conceptos complicados como "estoy triste" o pedir perdón.