El sueño se convierte en realidad cuando mujer y niña se visten de blanco para su boda o comunión, día mágico e inolvidable que requiere para ambas una creación moderna y, por qué no, aderezada con notas "vintage" como las que hoy se han visto en la última jornada de desfiles de Cibeles Madrid Novias.

Vestidos de líneas depuradas, cortes geométricos y poca cola ha presentado el diseñador Modesto Lomba, quien ha explicado que sus propuestas de novia van destinadas a "una mujer femenina, muy natural y fresca".

Las sedas y las gasas las ha trabajado para los diseños más vaporosos, mientras que ha recurrido a los mikados para los patrones más estructurados y armados, que dibujan la silueta de la mujer.

A lo largo de la colección también se han visto drapeados que jugaban con delicados volantes y tul ilusión en importantes faldas de aire romántico, la mayoría de ellas combinadas con cuerpos de talle bajo y escote palabra de honor.

Para el hombre, Devota&Lomba ha propuesto inmaculados trajes de chaqueta, adornados con pajaritas y fajines blancos sobre camisa negra.

Ajena a las tendencias y partiendo del concepto de que cada vestido de novia tiene que ser personal e irrepetible, la firma La Bohème 1994 ha presentado modelos sobre sedas pintadas a mano en los que las pinceladas de color han sido los verdaderos protagonistas.

Comprometido con la alta costura, Jorge Terra ha subido a la pasarela una novia clásica pero con formas renovadas, en las que los diseños voluminosos y las líneas sirenas se adornan con filigranas, remaches metálicos y bordados.

"Soy fiel a la novia clásica, pero reconozco que me gusta introducir notas ''vintage'' con cristales y plumas, para que la mujer brille aún más el día de su boda", ha dicho el diseñador.

También de inspiración "vintage" han sido los vestidos de gasas y tules bordados de Pol Núñez, mientras que Paula del Vas ha preferido confeccionar los modelos de novia con faldas de amplios volúmenes en seda natural, organza y tul, que iluminaba con encajes franceses.

Aunque las comuniones se celebran de manera más discreta, los protagonistas, niñas y niños, no quieren dejar pasar por alto su traje de ceremonia, elemento esencial para ese día lleno de ilusión.

Últimamente, la celebración de la comunión ha entrado en una escala de gastos que la han convertido en una pequeña boda. Las invitaciones, el banquete y el vestido de la niña, con un coste entre los 200 y los mil euros, y, aparte, complementos como zapatos, diadema, limosnera y guantes, hacen que el sacramento de la primera eucaristía sea un equivalente al del matrimonio en términos económicos.

Si la comunión la hace un niño, el precio es más asequible, sobre todo si en lugar del típico estilo marinero se opta por una americana y un pantalón, que ofrecen la oportunidad de vestirse en más ocasiones.

Economía aparte, en la pasarela se han visto modelos muy variados. Por un lado, vestidos de corte princesa con gran volumen en la falda, medias mangas, encajes y grandes lazadas.

Por otro, diseños con cortes más atrevidos, manga japonesa, flores troqueladas y colores alegres e intensos.

Diseñadores como Javier Larrainzar, con vestidos de formas sencillas, cuello bebé y líneas depuradas adornadas con guipur en manga y cuerpo, y los sevillanos Victorio & Lucchino, con modelos románticos, se apuntan a la reinterpretación de los clásicos vestidos de comunión.

Sin embargo, Agatha Ruiz de la Prada, más rompedora, ha querido plasmar su sello personal, su independencia y su actitud informal en vestidos realzados con grandes margaritas, divertidos corazones y notas de color, que aportan frescura y magia.

La novedad en la colección de comunión de Miquel Suay es la introducción de detalles tan femeninos como cordones y ribetes en los trajes marineros de niño. "Está gustando mucho esta mezcla, es una manera de innovar", ha explicado.