El 26 de abril de 1986, la explosión del reactor número cuatro de la central de Chernóbil (Ucrania, antigua URSS) desencadenó el mayor accidente nuclear de la historia, que arrojó a la atmósfera una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.

CLAVES DEL ACCIDENTE

Construida en los años setenta a 16 km de la frontera con Bielorrusia, Chernóbil era la mayor planta nuclear soviética, con cuatro reactores operativos y dos más en construcción, todos ellos del tipo RBMK. Diseñados para una doble función - producir energía y a la vez plutonio para uso militar -, presentaban graves problemas de seguridad.

Dada la necesidad de extraer con frecuencia los tubos de combustible, carecían de un sistema de contención que impidiera la dispersión del material en caso de accidente. A ello se añadieron problemas en la refrigeración, el uso de grafito y la posibilidad de hacer funcionar la planta con los sistemas de seguridad desactivados.

En las hipótesis sobre las causas del accidente se aúnan el error humano, el mal diseño del reactor y la realización de una prueba de seguridad.

Los técnicos aprovecharon el cierre del reactor IV por tareas de mantenimiento para experimentar cuánto tiempo podrían las turbinas abastecer el sistema de refrigeración, en caso de que la fuente de energía exterior fuera cortada. Al reducirse el flujo de agua en el reactor, la potencia de éste se multiplicó por 120, elevando la temperatura del núcleo por encima de 2.300 grados en pocos segundos, lo que produjo su fusión.

La primera explosión, a las 01.23.48 horas del 26 de abril, lanzó al aire la cubierta de mil toneladas y gran cantidad de combustible y grafito fuera del edificio del reactor y la segunda desencadenó un incendio que duró nueve días.

CONSECUENCIAS

La nube radiactiva alcanzó primero Bielorrusia y continuó hacia Escandinavia, Europa Central (principalmente Austria y Alemania) y el Reino Unido, entre otros. Los empleados de la central nuclear sueca de Forsmark, a 1.100 kilómetros de Chernóbil, fueron los primeros en dar la alarma. Sólo entonces, bajo presión internacional, el gobierno soviético admitió la catástrofe el 28 de abril.

Según cálculos de expertos ucranianos, el accidente se cobró la vida de más de 100.000 personas, aunque organizaciones ecologistas elevaron la cifra hasta 200.000.

Veinticinco años después, la radiación continúa afectando a miles de habitantes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, donde se halla el 70% de los casi 200.000 kilómetros cuadrados de terrenos contaminados.

Por efecto inmediato de la explosión murieron 62 personas (19 no confirmadas), según un informe del Comité Científico de la ONU publicado en febrero de 2011. La mayoría fueron los llamados "liquidadores" movilizados para apagar el incendio y para la construcción del sarcófago de hormigón que tardó siete meses y selló el reactor.

Sin embargo, la demanda de energía hizo que Chernóbil siguiera funcionando durante 14 años más.

Su cierre definitivo fue posible tras un acuerdo alcanzado en 1995 con el Grupo de los Siete países más industrializados, que aportaron más de 7.000 millones de dólares para programas de asistencia y créditos para construir dos nuevos reactores en el oeste de Ucrania (Khmelnitskiy 2 y Rivne 4).

Desde 1997 se han celebrado conferencias de donantes para recaudar fondos destinados a reforzar el sarcófago del cuarto reactor y en 2010 comenzó la construcción de uno nuevo, que se prevé que garantice la seguridad de la planta hasta el próximo siglo.

Ucrania se propone desactivar por completo la planta y el territorio adyacente para 2018 y "enterrar para siempre" las 200 toneladas de combustible nuclear que aún están almacenadas en la central.

CONTAMINACION RADIACTIVA:

Seis toneladas de dióxido de uranio fueron arrojadas, además de sustancias como el yodo 131 (con una vida media de 8 días), el estroncio y el cesio 137 (vida media de 30 años), el americio 241 y el plutonio 239 (miles de años), aunque las partículas de mayor dimensión quedaron en un radio de 100 km a la redonda.

El material depositado en el suelo fue a parar a los ríos con la lluvia, lo que contaminó 784.320 hectáreas de cultivos, la mayoría en Bielorrusia.

Según Greenpeace Rusia, la superficie contaminada con cesio-137 fuera de los tres países más afectados (Ucrania, Rusia y Bielorrusia) fue de 45.260 kilómetros cuadrados.

La nube radiactiva se extendió principalmente hacia Escandinavia, Austria, Alemania, Suiza, Francia y el Reino Unido, quedando excluidos España, Irlanda y Portugal.

Según estadísticas oficiales, 2.300 poblaciones y aldeas en 12 regiones de Ucrania quedaron contaminadas con radiactividad, lo que obligó a la evacuación de centenares de miles de personas.

Durante los primeros días que sucedieron a la explosión, en medio del más estricto secretismo oficial más de 850.000 militares, obreros, ingenieros, y especialistas de toda la Unión Soviética fueron movilizados a la zona del siniestro.

LOS COSTES:

La catástrofe ha costado cientos de miles de millones de dólares en gastos directos e indirectos en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, donde un total de 350.000 personas han sido reasentadas y siete millones reciben algún tipo de prestación social. Se suprimió totalmente la explotación en 784.320 hectáreas de cultivos y en otras 694.200 de bosques.