La municipalidad de Teherán ha desplegado unidades médicas móviles y ha restringido el tráfico en toda la ciudad para tratar de combatir la nube de contaminación que desde hace casi dos semanas pende sobre la ciudad.

Además, el Gobierno ha decretado que hoy y mañana sean festivos en la administración pública y en los colegios para evitar los desplazamientos en automóvil.

Desde principio de la semana, los coches y motocicletas sólo pueden circular de forma alternativa, dependiendo de si la matrícula acaba en número par o impar.

Junto al amplio dispositivo policial para detener a los infractores, es posible ver desde hace días en las principales plazas de la metrópolis autobuses medicalizados con equipos especiales para tratar cualquier tipo de enfermedad o crisis respiratoria.

Las autoridades sanitarias han advertido a la población para que evite si puede salir de sus casas y ha instado a que niños y ancianos, consideradas sectores de riesgo, permanezcan bajo techo.

La contaminación es uno de los principales problemas de Teherán, ciudad de 14 millones de habitantes que adolece de un precario sistema de transporte público y que sufre a diario grandes atascos de tráfico.

Según estadísticas del Centro iraní de Control de Calidad del Aire, cada año mueren más de 5.000 personas en la capital iraní por enfermedades relacionadas directamente con la polución.

El citado centro asegura que el 70 por ciento de la polución procede de los vehículos y admite que "problemas con el monóxido de carbono, pese a que es un tema superado en el mundo desde hace 20 años".

La carencia de lluvias y de viento en un otoño especialmente seco ha multiplicado el problema este año, explicó un responsable iraní que prefirió no ser identificado.

El pasado lunes, durante una rueda de prensa, el presidente iraní, Mahmud Ahmadienyad, mostró la preocupación del Gobierno por la nube tóxica sobre Teherán e insistió en la necesidad de reducir drásticamente la población de la capital.

El mandatario ya había cifrado en octubre en 5 millones de personas las que deberían abandonar la provincia de Teherán y ser transferidas a diversos puntos del país.

Tres de esos 5 millones deberán ser habitantes de la capital, explicó Ahmadineyad, que fue alcalde de la gran metrópolis iraní antes de llegar en 2005 a la presidencia.

Asimismo, recordó el alto riesgo de sufrir un terremoto como una razón de peso más para despoblar la urbe, que fue elegida como su capital por la derrocada dinastía Qayar en el siglo XIX debido a la belleza de su entorno montañoso.

Para conseguir este objetivo, el Ejecutivo está dispuesto a ofrecer tierras, créditos baratos e importantes subsidios a aquellas familias que decidan empezar una nueva vida en otro lugar del país, recalcó.

Ahmadineyad también instó a los responsables provinciales a que adapten las labores para que al menos el 40 por ciento de los empleados puedan trabajar sin necesidad de desplazarse a las oficinas antes del fin del presente año persa, que concluye el 21 de marzo.

Saturada de tráfico pese a la inversión en autopistas y otras infraestructuras, la desorganización de su plano urbano, con calles demasiado estrechas y tortuosas en ocasiones, junto a las largas distancias y la mala práctica de los conductores, que no respetan las señalizaciones, hace que Teherán esté continuamente atascada.

La burocracia, centralizada y faraónica, es, asimismo, uno de los principales problemas de la ciudad, afectada igualmente por los cortes de fluido eléctrico y agua, y la mala calidad del refinado de la gasolina.