La innovación farmacológica de la última década ha minimizado la mortalidad del VIH positivo (sida) convirtiéndola en una enfermedad que precisa de tratamiento de por vida. Sin embargo, estos avances parecen no haber llegado en la misma medida a la aceptación o normalización social de esta dolencia, puesto que el 99% de los pacientes que la tienen diagnosticada reconocen que la ocultan por temor a las consecuencias que ello pudiera generar en su entorno.

"En algunos casos este miedo a ser rechazado es tan grande que incluso no se lo dicen a sus familiares o personas más cercanas, y de ahí que nos encontremos con casos en los que los que se lo han transmitido a sus parejas, pese a saber que podían contagiarlas", explica uno de los responsables del servicio de Farmacia del Hospital Universitario de La Candelaria (HUNSC), Gádor Callejón, antes de matizar que "casi todos los usuarios lo suelen compartir con su gente más allegada, pero son más reacios a que se sepa fuera de ese círculo ante el temor de no ser comprendidos".

Este es uno de los estigmas que quedan de los primeros años tras la aparición del sida, en los que se asociaba directamente la enfermedad con el consumo de drogas por vía sanguínea, la homosexualidad y la prostitución.

"Hoy en día la enfermedad la padecen personas de todo tipo y edad, y llevan una vida completamente normal que podrá ser tan larga como la de cualquier otra persona, aunque es cierto que necesitan seguir rigurosamente su tratamiento farmacológico para que su salud no se resienta y llevar a cabo sencillas formas de prevención como evitar el contacto en las relaciones sexuales o no compartir jeringuillas", indica el doctor del mismo centro hospitalario Javier Merino.

Y es que La Candelaria atiende a 876 personas con VIH positivo que requieren tratamiento y un centenar más que, de momento, no lo precisan pero que sí deben asistir a controles. Junto a las 850 que atiende el Hospital Universitario de Canarias, se elevan a más de 1.800 las personas que actualmente se tratan el VIH en la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

"Mucha gente se toma muy mal la noticia y asegura que va a pasar de todo y no va a seguir el tratamiento, otros se deprimen... No es una situación fácil porque el sida no tiene cura, pero para eso estamos nosotros ahí, y les damos la información sobre el tratamiento y nuestro teléfono de contacto", señala Gádor Callejón.

Hacerse el análisis de sangre desde el momento en el que se sospecha que se puede haber adquirido la enfermad sigue siendo básico. "La mortalidad ha bajado muchísimo desde el comienzo de la enfermedad debido al desarrollo de los tratamientos farmacéuticos, de manera que los casos que actualmente se registran están vinculados a la detección tardía. Cuanto más tarde se comienza con el tratamiento, menos efectivo es, por eso nos preocupa el hecho de que la gente ya no le tenga miedo al sida porque piense que de eso no se va a morir. Es un error, sobre todo cuando puede prevenirse de una forma tan sencilla como es utilizando el preservativo en las relaciones sexuales", insisten ambos profesionales, antes de confirmar que el perfil del enfermo de VIH en Canarias es hombre, de entre 35 y 40 años, y mayoritariamente homosexual, aunque muestran su preocupación por el "incremento constante" de los casos entre heterosexuales y cada vez de menos edad.