Por las calles de Bangkok circula ahora un nueva versión ecológica del popular tuk-tuk, alimentado por energía eléctrica y solar para poner fin a los malos humos en la ciudad que ha hecho del triciclo motorizado todo un icono de Tailandia.

A primera vista, el vehículo es casi idéntico al de gasolina, salvo la decoración más sobria, las placas solares del techo y que, en cuanto arranca el motor, casi no hace ruido.

La batería tiene autonomía para 80 kilómetros después de una carga de tres horas que apenas cuesta 10 bat (unos 30 centavos de dólares) y su velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora, que difícilmente alcanzará dado el intenso tráfico de Bangkok.

Pero incluso los atascos benefician al llamado "tuk-tuk verde", pues la batería de éste se carga mientras el triciclo está parado gracias a las placas solares, afirma orgulloso su inventor.

"El sol es la mayor fuente energética del planeta, y en Tailandia tenemos mucho sol casi todo el año. Debemos aprovecharlo al máximo", explica Morakot Charnsomruad, coronel retirado de la Fuerza Aérea y presidente de la empresa Clean Fuel Energy Enterprise.

Charnsomruad opina que su sistema es idóneo para una ciudad tan contaminada como Bangkok y un alivio económico para los conductores que sufren el constante aumento del precio de la gasolina.

Llenar el depósito cada vez les cuesta 100 bat (algo más de tres dólares), más del triple de lo que les costaría cargar tres veces la batería del tuk-tuk eléctrico y solar.

Sin embargo, el coste de la versión ecológica es de 320.000 bat (más 11.000 dólares), casi el doble de los 180.000 bat del normal y muy elevado para los chóferes, que incluso timando a los extranjeros con las tarifas sólo ganan como mucho 1.500 bat (50 dólares) al día.

Charnsomruad lo admite pero cree que las autoridades deberían subvencionarlo si realmente quieren reducir la contaminación en Bangkok, donde sigue siendo un icono pero ha quedado desfasado excepto para los turistas.

Los tailandeses prefieren autobuses, taxis, el metro o el tren elevado, más baratos para trayectos largos y con aire acondicionado para resguardarse del calor.

El gobernador del área metropolitana, Sukhumbhand Paribatra, tiene previsto fijar antes de que acabe su mandato en 2012 cuotas a las emisiones contaminantes de toda la red de transporte público, pero todavía no ha dado luz verde a la comercialización del tuk-tuk eléctrico.

De momento, sólo efectúan recorridos gratuitos de prueba por la capital y la mayoría de la población todavía no los distingue de los 8.000 modelos clásicos registrados.

Charnsomruad cuenta con el apoyo del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, quien se puso él mismo al volante para dar un paseo por los jardines de su residencia oficial.

"Le gustó mucho, igual que a todos los conductores que lo han probado, porque pueden cargar la batería en casa y no tienen que salirse de su camino para repostar en las gasolineras", indica el ex militar y empresario.

El tuk-tuk se ha convertido en un auténtico símbolo de Tailandia pese a que los primeros modelos fueron importados de Japón en los años sesenta, antes de que se elaborara una versión local más barata con chapas de metacrilato.

Con el tiempo, fueron haciéndose cada vez más populares para circular a trompicones por estrechas callejuelas donde no caben los turismos.

Pero ya no tienen sitio en las amplias avenidas de la Bangkok moderna, aunque conservan todo su encanto para los turistas e incluso líderes mundiales como el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, a quien le regaló uno el depuesto Thaksin Shinawatra.

El simpático carromato con techo y tres ruedas recibe su nombre onomatopéyico del ruido que hace el tubo de escape, una sinfonía que desaparecerá si en el futuro es reemplazado por su hermano más respetuoso con el medio ambiente.