Un 6% de las notificaciones de alerta que recibió la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) por contaminación de alimentos el pasado año se debió al material con el que estuvieron en contacto, en su mayoría, menaje y utensilios de cocina adquiridos en tiendas regentadas por chinos.

Fiambreras, espumaderas, fuentes o tazas procedentes de Hong Kong y China pueden contaminar los alimentos y los líquidos con materiales tóxicos como plomo, níquel, estaño, dietilhexilftalato o disononilftalato, aminas aromáticas y colorantes.

Así se desprende de la memoria de 2009 del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI), que contiene 3.130 expedientes relativos a productos alimenticios, y que ha presentado hoy Juan Julián García, de la Oficina de Comunicación de la AESAN.

De estos expedientes, 186 se tradujeron en alertas ante un riesgo grave para la salud que requería una actuación inmediata de las autoridades; 1.484 a informaciones; 1.413 a rechazos de productos alimenticios y 47 a los clasificados como varios.

Elena García, jefe de área de la Subdirección General de Coordinación de Alertas Alimentarias, ha relatado que la retirada del mercado de productos por migración de materiales en contacto con alimentos "crece cada año". En 2009, se registraron un total de 12 notificaciones de este tipo.

Carmen Garrido, jefe de área de Comunicación de Riesgos Alimentarios, ha comentado que a veces el comprar más barato sale más caro porque los materiales de los bazares chinos son de peor calidad o están preparados para una temperatura determinada y, al ponerse en contacto con el calor, desprenden sustancias tóxicas.

Ante esto, ha recordado que la Unión Europea se está planteando regular de forma específica su importación desde China.

Ambas expertas han asegurado que los controles son cada vez más exhaustivos y los consumidores pueden estar tranquilos. Las notificaciones de alerta han decrecido en los últimos cinco años -en 2005 se produjeron 217 frente a las 186 del pasado año-.

Un 72% de los productos analizados es comunitario mientras que un 27% procede de terceros países y del resto se ignora su origen.

De las 186 notificaciones tramitadas como alerta, 91 fueron de origen animal (49%); 80 de origen vegetal (43%); 12 de materiales en contacto (6%) y 3 fueron otros productos sin clasificar (2%).

Las relativas a la detección de riesgos químicos siguen siendo, al igual que en años anteriores, bastante superiores (51%) a las de riesgos biológicos (20%) o físicos (5%).

Respecto a los productos de origen animal, se produjeron un total de 91 incidencias: el 55% de pescados; 20% de carnes; 9% de preparados alimenticios especiales; 8% de leche y derivados; 7% huevos y un 1% de edulcorantes.

Se han gestionado un total de 51 incidencias relacionadas con pescado y derivados, entre las que destacan la detección de metales pesados, fundamentalmente en pez espada y marrajo, mientras que en diversos tipos de moluscos destacaron las motivadas por bacterias.

Las expertas han recomendado no consumir los citados pescados más de una vez a la semana porque se ha constatado la presencia de niveles de metales pesados por encima de los límites establecidos, especialmente, mercurio y cadmio.

En cuanto a las carnes, se han gestionado a través del SCIRI un total de 18 notificaciones, fundamentalmente por riesgos biológicos o bacterias así como químicos o aditivos, bien no permitidos o en exceso de los límites autorizados.

La AESAN ha efectuado un total de 15 actuaciones relativas a frutos secos -almendras procedentes de Estados Unidos y pistachos de Turquía, entre otros-, por tener niveles excesivos de aflatoxinas, un microorganismo de origen fúngico que es cancerígeno.

El responsable de Comunicación de la AESAN ha recordado que la última encuesta del Eurobarómetro revela que al 80% de los españoles les preocupa la calidad y frescura de los alimentos.

En torno a un 66% está preocupado por la presencia de residuos de pesticidas en frutas, verduras o cereales; por la de residuos de antibióticos u hormonas en la carne y por la de contaminantes, como el mercurio en el pescado o las dioxinas en el cerdo.