El responsable de Comunión y Liberación en España, Ignacio Carbajosa (Cartagena, 1967), ha visitado Tenerife, donde el movimiento católico se ha afianzado en los últimos años. Gracias a este carisma, en la isla han encontrado su vocación sacerdotal casi una decena de jóvenes, después de haber participado en las "escuelas de comunidad", donde se forman universitarios y adultos -profesionales- que dedican su vida a "educar en la fe", principal misión de Comunión y Liberación, movimiento fundado por el sacerdote italiano Luigi Giussani.

¿En que consiste el carisma de Comunión y Liberación?

Comunión y Liberación es un movimiento eclesial cuya finalidad es la educación cristiana madura de sus propios seguidores y la colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea.

¿A qué se debe su visita a Tenerife?

Se han cumplido 25 años de la unión del núcleo histórico de Comunión y Liberación, en Madrid, con un gran grupo de jóvenes y sacerdotes que se llamaba Nueva Tierra. Soy el responsable del movimiento en España desde 2009 y vengo a recordar que el carisma don Giussani responde a las necesidades de la sociedad.

¿Cómo influyen en la sociedad actual?

En 1982 el Papa Juan Pablo II reconoció oficialmente la "Fraternità di Comunione e Liberazione", con la finalidad de la educación de sus miembros en la madurez de la experiencia cristiana. Una de mis preocupaciones es la fractura que existe en buena parte de los ciudadanos entre el saber y el creer. Julian Carron, responsable del carisma en el mundo, se pregunta si verdaderamente un hombre culto se plantea que la fe tiene mucho que ver con la vida.

Y, ¿cuál es la respuesta?

Algunas personas piensan que la fe sólo es devoción, tradición, moral o sentimiento, pero en el corazón de la catolicidad está que la fe es un conocimiento de un hecho histórico, la existencia de Jesucristo, que, además, es razonable. La historia de don Giussani es que abandonó la enseñanza de la Teología para entrar en un instituto, con el fin de afrontar este problema. Fue en los años 50, en Italia, cuando los jóvenes afirmaban que tenían fe, pero que ésta no tenía nada que ver con la novia, con el estudio o con la política, porque era algo ajeno a esas circunstancias. Eso es un error y sigue siendo mi gran preocupación.

¿Son laicos?

El movimiento es laical y los sacerdotes somos diocesanos. Gente del mundo. En España nació al principio de los años 70, a partir de dos matrimonios de las hermandades obreras de Acción Católica, en el barrio de Vallecas (Madrid).

Usted se ha reunido con jóvenes de la Universidad de La Laguna.

He estado con jóvenes universitarios de La Laguna que viven su fe dentro de la universidad. Nada hace crecer más la fe que ponerla a juego en la vida pública, por ejemplo, en la universidad, que es el mercado de las ideas.

¿Cómo ve la sociedad española?

Me duele la sociedad española porque es como si quisiera hacer una autocensura de Dios. Y me pregunto, ¿cómo se afronta la enfermedad, un problema afectivo o la muerte en una sociedad que ha censurado a Dios? Cuando regresé de Roma, en el año 2004, coincidiendo con los atentados del 11 de marzo, aumentó mi preocupación por esta autocensura de la dimensión religiosa. Es una sociedad que va a sufrir mucho.

¿Qué hace en Tenerife mientras el Papa está en la Península?

Este fin de semana imparto ejercicios espirituales en Italia. Estoy muy unido a Benedicto XVI. Conozco su pensamiento en profundidad, porque soy profesor de Sagrada Escritura. He detectado que la imagen de "pastor alemán" (como le denominó cierto periodista) no tiene nada que ver con la que es real: una persona brillante, con una capacidad intelectual soberbia, en un ser extremadamente humilde. Me sorprende la capacidad del Papa de entrar en dialogo con la cultura. En Inglaterra se ha ganado al Parlamento y a la prensa, a pesar de tenerla en contra antes del viaje. Hace años, el presidente de la región de Lombardía dijo que a llegaría un día en el que la Iglesia se quedaría sola defendiendo la razón y me causó extrañeza. Pero, en el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, el Papa llama a Occidente a ensanchar la razón.