Un equipo de arquitectos y artistas españoles y argentinos acaban de construir un parque de juegos en uno de los más populosos barrios humildes de Buenos Aires siguiendo el diseño de un centenar de niños de entre ocho y doce años que ahora disfrutan de sus atracciones soñadas.

El proyecto, que contó con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), busca crear un "nuevo punto de encuentro" para los niños del barrio Piedrabuena, explicó Luciano Garramuño, uno de los fundadores del Galpón Cultural PiedraBuenArte, situado junto al parque infantil.

Esta "aventura" comenzó hace dos semanas con el desarrollo de un taller en el que 120 niños de las tres escuelas públicas del barrio idearon y dibujaron el tipo de juegos con que les gustaría divertirse.

"Les propusimos imaginar a qué les gustaba jugar. Queríamos hacer partícipes a los niños, que sintieran el parque como propio", apuntaron, por su parte, las españolas Esther Mecías, Meritxell Romanos y Laura Cardona, del grupo artístico "Les Salonnières", dedicado a las actividades educativas.

Durante cinco días, los niños visitaron el campo de pasto en el que ahora se ubica el parque y dibujaron sus "juegos soñados", como túneles en los que esconderse, redes por las que escalar o neumáticos para saltar.

Luego, tres arquitectos -el español Pau Faus y los argentinos Gustavo Dieguez y Lucas Gilardi del estudio a77- interpretaron junto a los niños los dibujos, en los que se expresaban también ideas abstractas como saltar, volar y descubrir.

"Fuimos construyendo los juegos sobre la marcha con los niños. Ellos nos decían si les gustaban y nos pedían por ejemplo que cambiásemos el tobogán o hiciésemos más baja una cuerda con neumáticos para escalar", explicó Faus.

La construcción del parque, que concluyó esta semana con la participación como voluntarios de veinte estudiantes universitarios, despertó la curiosidad de las 20.000 personas que viven en las torres de grises edificios anexos al terreno que ahora alberga el área infantil, el galpón cultural y un campo de fútbol.

El nuevo espacio fue construido con tablas de madera y algunos elementos reciclables, como neumáticos de automóviles y bidones circulares de aceite para coches.

Dispone de una infraestructura principal de unos cuatro metros de altura que se puede escalar mediante dos pendientes, una con una red de cuerdas y otra de neumáticos, y de la que se puede descender en tobogán.

También cuenta con un carillón de tubos de gas y una antigua cañería con la que se puede hablar de un extremo a otro.

No podían faltar en este "soñado" parque un túnel en el que esconderse, un colorido coche -compuesto de neumáticos y bidones de aceite- con el que viajar y un arenero para excavar.

Este proyecto social fue impulsado por los arquitectos y artistas educadoras junto a los responsables del Galpón Cultural PiedraBuenArte, que abrió sus puertas en 2006 y acaba de ser declarado como espacio de "interés cultural" por la Alcaldía de Buenos Aires.

PiedraBuenArte ofrece talleres gratuitos de pintura, escultura, murga o circo, y presta asistencia social a los vecinos del barrio afectados por problemas económicos y de adicción a las drogas, especialmente el "paco", como se llama en Argentina al estupefaciente obtenido con residuos de pasta de cocaína.

"Los vecinos vienen al galpón a desconectar, es un lugar que sienten como refugio", apuntó Garramuño, uno de los impulsores de un centro cultural que "ha ayudado al barrio y ha cambiado la perspectiva de lo que la gente estaba acostumbrada a ver".

El centro cultural pretende contar con su propio programa de radio y televisión sobre la "realidad del barrio" desde un galpón que se construyó en los 80 y fue durante 24 años, hasta 2006, almacén de escenografía del restaurado Teatro Colón de Buenos Aires.