Pese a que en más de una ocasión lo ha descrito como una oportunidad perdida, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, asegura no estar decepcionado tras haberse obligado a abandonar su proyecto de un pacto educativo a causa de la oposición del Partido Popular. "Las decepciones son lujos que se puede permitir la gente desocupada, y yo tengo mucho que hacer", dice Gabilondo, dispuesto ahora a buscar "otros acuerdos". El ministro suscribió ayer en Tenerife un convenio para destinar 40 millones de euros a obras en centros educativos.

Después de que el pacto educativo no fraguase, el Ministerio está impulsando algunas de las medidas contenidas en el texto. ¿De qué actuaciones concretas puede beneficiarse Canarias?

Vamos a presentar al Consejo de Ministros antes de final de mes un programa de acción inmediata en educación. Para las comunidades autónomas vamos a presentar catorce programas en esta primera fase. Cada comunidad, en virtud de su autogobierno y de sus prioridades, podrá apoyarse u orientarse más en uno o en otro. Vamos a poner 510 millones para esos proyectos y esperamos que las comunidades también colaboren, que se identifiquen con los que más les interesan. Es al Gobierno canario al que le corresponde decidir cuáles están más a la altura de sus necesidades, pero me parece que los de rendimiento, FP, profesorado y modernización tienen que ver muy directamente con Canarias.

Usted siempre ha dicho que no invertir en educación es mucho más caro que hacerlo. ¿Supone el momento actual, en el que la reducción del gasto parece haberse convertido en objetivo prioritario, una suspensión temporal de esa filosofía?

Espero que no haya un recorte en educación, lo digo con claridad. Hay un plan de austeridad y nos afecta a todos, pero en lo que tiene que ver explícitamente con asuntos educativos hemos oído decir al presidente del Gobierno que se dará un trato diferencial en algunas políticas, como las becas. Hemos propuesto aumentarlas un 3,05%. No hay recorte, sino incremento. Hay que invertir en educación, y más en tiempos de crisis, porque las crisis no se superan sólo con medidas económicas; hay que tomar medidas estructurales, y la educación es el camino.

Hay comunidades, y Canarias es una de ellas, que han recortado de las partidas para educación, y todo parece indicar que seguirán haciéndolo.

Yo no tengo que poner nota a los gobiernos, que deciden dentro de su capacidad, pero como política general puedo decir que no soy partidario de esos recortes. No me refiero a Canarias, hablo en líneas generales. Planes de austeridad, con una reducción normal de los presupuestos generales, me parecen bien, pero específicamente en educación -no a pesar de la crisis sino precisamente por ella- hay que hacer esfuerzos para no cesar. Son programas que necesitan tiempo y mucha estabilidad, y no pueden aparecer y desaparecer una y otra vez.

El Gobierno canario ha transmitido como un éxito de su gestión la retirada del proyecto de asignar las becas universitarias en función de la renta territorial.

Las becas se dan en función de la renta personal. Cada uno se puede atribuir el mérito que desee, pero nosotros lo hacíamos así y pensamos seguir haciéndolo. Es verdad que hay comunidades que están pidiendo que puedan emplearse otros criterios. Habrá de analizarse, pero lo que estamos haciendo es generar un observatorio para que se vea exactamente cuál es la situación de cada uno para adoptar medidas. Pero ahora la política del Ministerio es en atención a la renta de las familias y su situación singular.

¿Se contemplarán entonces la lejanía y la insularidad?

Ya están influyendo. Por el mero hecho de estar en Canarias o Baleares se recibe 600 y pico euros más, y si el alumno tiene que desplazarse a la Península sube a 800 y pico más. No digo que con esto se satisfaga, pero se tiene en cuenta la situación singular, bien del alumno en su familia o de su localización geográfica.

El Plan Bolonia se diseñó bajo parámetros anteriores a la irrupción de la crisis económica. Ahora que las circunstancias han cambiado tanto, ¿convendría pararse y repensarlo?

Ahora se confirma más la necesidad de incidir en esa dirección. En un primer momento, cuando se hablaba de Europa se hablaba de una economía competitiva y que pudiera tener excelencia e internacionalización, abrirse a otros ámbitos, a los países emergentes, competir con Estados Unidos en estudiantes, proyectos y modelos educativos. Así se concibió y yo creo que sigue siendo válido. Sigue siendo indispensable poner la educación en el corazón de las políticas europeas y en el de las políticas económicas. Los problemas y desafíos que tenemos siguen siendo muy parecidos: la lucha contra el abandono escolar, que la gente tenga una titulación mayor y, sobre todo, lograr movilidad, y esto significa políticas de dimensión social y becas. Casi diría que la crisis ha confirmado que era necesario un espacio mucho más común, que cada uno no podía tener un modelo inconmensurable e incompatible con los demás.

Pero Bolonia también implica dinero e inversión.

Sin duda, por eso en España estamos diseñando un modelo de financiación, pero sobre todo precisa una mejor utilización y reordenación de los recursos. Por ello, hemos hecho un modelo para adoptar medidas que no necesita explícitamente una mayor financiación. En los asuntos financieros no todo se reduce a tener mejor financiación, a veces también incide una mejor gestión, una mayor claridad, información y transparencia y una mejor rendición de cuentas. Esto no quiere decir que finalmente no haga falta más dinero, pero probablemente estos tres próximos años, con acuerdo de todas las comunidades autónomas, se ha entendido que no es el tiempo de incrementar sustancialmente los gastos en la Universidad, al menos con presupuestos públicos. No es el tiempo de las grandes inversiones económicas, pero sí de la mejor gestión, que producirá muy buenos resultados económicos.

La planificación de la oferta de FP en Canarias ha suscitado una importante controversia. ¿Tiene constancia de que se estén recortando ciclos en las Islas?

Lo que se hace exactamente en Canarias lo sé menos y lo que se dice que ocurre lo sé más, porque he leído y estoy informado de ello. Lo que sí puedo decir es que la FP es absolutamente determinante, que en España se ha incrementado en 55.000 el número de estudiantes que hacen FP, un 15% más, y que apostar por la FP es esencial. Pero hay que tener en cuenta que eso es caro, porque generar nuevos modelos lo es. He oído decir que en Canarias se habla de 3.000 ó 5.000 personas que no encuentran finalmente acomodo. Está pasando también en otras comunidades, y probablemente debemos reorientar recursos en la dirección de atender la FP. Tenemos 1,5 millones de universitarios. Es un éxito, pero en algunos países llama la atención que no vayan más estudiantes a la FP. Hemos flexibilizado los sistemas para que esto pueda ocurrir. Si es cierto que en Canarias sucede esto, debemos entre todos pensar seriamente cómo dar respuesta a una demanda de este tipo, probablemente reorientando los recursos, no lo sé...

¿Conserva la idea, incluida en el pacto, de convertir el último curso de ESO en un curso orientativo hacia el Bachillerato o la FP?

En general, el pacto ha encontrado un enorme consenso social en la comunidad educativa. También en la política, por lo menos sobre lo que ponía el texto. De lo que se quejaban algunos, por ejemplo el PP, es de lo que no ponía. Vamos a trabajar en la línea de los 12 objetivos que figuraban en el texto. Y en cuanto a la pregunta, soy partidario de trabajar en una flexibilidad del último curso de ESO.