El profesor Richard Wilkinson ha conseguido demostrar con cifras que cuánto mayor es la desigualdad social de un país mayor es el nivel de infelicidad de su población y, en este ránking, España ocupa un "término medio", de lo que se deduce que los españoles somos medianamente felices.

Wilkinson desgranó, en una entrevista con Efe, las conclusiones de su libro "Desigualdad: un análisis de la (in)felicidad colectiva", considerado por críticos del Reino Unido y de Estados Unidos como uno de los diez mejores de la última década.

Basado en una exhaustiva investigación de más de treinta años, llevada a cabo con la también académica británica Kate Pickett, la obra revela que la cuestión más relevante para el bienestar social no es "cuánto se tiene, sino cómo se reparte".

Este economista, formado en la London School of Economics, especialista en Epidemiología y profesor de las Universidades de Nottingham y University College London, llegó a esta conclusión al amparo de las cifras oficiales de numerosos organismos, entre ellos, la ONU, la OMS y la OECD.

El investigador explicó que España se sitúa en el "término medio" de la desigualdad social en un ránking de 23 países desarrollados, donde se evalúa la diferencia entre el 20% de la población más rica y el 20% más pobre en cada uno de ellos.

Entre los países ricos son Japón, Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Austria, Alemania y Holanda, y finalmente España, los de menor desigualdad social y, por lo tanto, los más felices.

Continúan la escala Francia, Canadá, Suiza, Irlanda, Grecia, Italia, Israel, Nueva Zelanda, Australia, Reino Unido, Portugal, Estados Unidos y Singapur, lo que significa que estos últimos aglutinan los mayores conflictos sociales.

Nivel de confianza

Los problemas analizados por Wilkinson son el nivel de confianza de la población; las enfermedades mentales -incluida la adicción al alcohol o a las drogas-; la esperanza de vida y la mortalidad; la obesidad; los embarazos no deseados; el rendimiento escolar; los homicidios; las tasas de reclusos y la movilidad social.

En todos ellos, sorprendentemente, "la puntuación es más elevada cuanto mayor es la desigualdad" de los habitantes que forman cada población. "La destrucción social va de la mano con la desigual distribución del ingreso", apostilló, en base a multitud de datos estadísticos.

Wilkinson indicó que ser pobre en una sociedad rica es casi una garantía de infelicidad.