El obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, iniciaba poco después de las diez de la mañana de ayer, en un lateral de la cerrada Catedral de La Laguna, la celebración del Domingo de Ramos al bendecir, precisamente, las palmas y los olivos de los numerosos fieles.

Desde allí, esta vez sin la imagen del llamado "Señor de la Burrita", la procesión se dirigió al templo de La Concepción para celebrar la solemne eucaristía. Tras la misa tuvo lugar "la entrada de Jesús en Jerusalén, acompañada de su Hermandad".

En la homilía del Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa, Álvarez destacó que "estamos comenzando estos días, como señala San Pablo, porque Jesús es Señor". El obispo invitó a reflexionar sobre las actitudes de Jesús, tal y como se reflejan en el relato de la Pasión en la misa.

Para el obispo, contemplar a Jesús viviendo su pasión, provocó en las multitudes de entonces, en el centurión romano o en Pedro, la "conversión del corazón", el cambio de vida. "Ojalá -enfatizó- eso ocurra también en nosotros; que contemplando la Pasión de Jesús, su muerte y resurrección, sus modos de vivir, sus actitudes, nos convirtamos de corazón, volvamos más y mejor a Dios y al servicio a los hermanos".

"Prestemos atención a lo importante y grande de la Semana Santa y no nos quedemos en los aspectos más periféricos, por muy bellos que sean", añadió el obispo. El prelado nivariense dirigió un mensaje pastoral titulado con una expresión de Jesús: "El que tenga oídos, que oiga". Sería lamentable, dijo, "que pasemos por la Semana Santa sin que la Semana Santa pase por nosotros. No tiene razón de ser una Semana Santa con un corazón lejos de Dios".