Gary Parker es el jefe de Cirugía del "Esperanza de África" y ha pasado la mitad de su vida en este barco de la ONG Naves de Esperanza. Conoció a su mujer en el mismo barco y con ella ha tenido dos hijos que han estado más tiempo abordo que en tierra.

"Esperanza de África" es un buque hospital que realiza intervenciones quirúrgicas gratuitas en países del tercer mundo. Dispone de seis quirófanos y un hospital con 80 camas y es el hogar casi permanente de cerca de 500 personas, 55 de ellas, niños.

Los sanitarios que trabajan en el buque, como Parker, pueden tener con ellos a sus familias e hijos, ya que el barco dispone de medio centenar de camarotes especiales para las familias.

El jefe de Cirugía, el californiano Gary Parker, se enroló en esta aventura sanitaria altruista en 1986, cuando tenía 36 años. Con su voz amable y serena explica que probó una vez y se enganchó.

Lo mejor de la labor que realizan es "ver cómo regresa la esperanza a los ojos de las personas", asegura. No se acostumbra, no obstante, a "no tener bastantes recursos para atender a todos" y tener que "decir que no podemos ayudarles" a algunas personas.

"Siempre tratamos de ayudar a niños, adultos y las situaciones más urgentes, pero a veces vemos la fila demasiado grande y no podemos ayudar a todos", reconoce.

Parker también reflexiona sobre el hecho de que en las naciones pobres donde prestan asistencia "por lo menos la mitad de las personas no tienen acceso al cuidado de la salud".

La última campaña que realizó este buque solidario tuvo lugar en Benin y duró cerca de 10 meses. Durante este tiempo atendieron a cerca de 80.000 personas, de las que 3.000 se sometieron a una intervención oftalmológica.

El día a día de este hospital flotante no difiere mucho del de un centro hospitalario al uso. Gary Parker explica que a primera hora se revisa el estado de los pacientes ingresados y se realizan cambios en los tratamientos si son necesarios. Justo después, sobre las ocho y media de la mañana, comienzan con las intervenciones quirúrgicas y esta actividad "puede durar hasta las siete u ocho de la noche".

Depende del tipo de intervención. Parker detalla que en las operaciones de cataratas no exigen que el paciente se tenga que quedar ingresado. "Las personas que tienen tumores grandes en la cara requieren la mitad del día para extirpar el tumor y otro medio para arreglar la cara", explica.

Al "Esperanza de África", además, no le falta detalle. "Hay un cocinero que elabora comida de África para los pacientes ingresados", dice Parker, para que éstos no extrañen también los sabores de su tierra.

Otros de los servicios con los que cuenta el buque son educadores de salud, que dan unas nociones básicas sobre cuidados a los pacientes.

Asimismo, el buque cuenta con "un gimnasio", donde se ofrece rehabilitación a las personas con alguna parte de su cuerpo quemada después de intervenirlos. En muchas ocasiones, estas lesiones conllevan un agarrotamiento del miembro afectado, por lo que después de extraerle la piel quemada y ponerles un injerto hay que ayudarles a recuperar la movilidad.

Los bebés a los que les realizan intervenciones de labio leporino también conllevan un trato espacial. La razón es que en muchos casos "no tienen bastante peso", por lo que se les aplica "un programa especial para que puedan aumentar de peso antes de la cirugía".