El Instituto Karolinska de Estocolmo, encargado de otorgar el Nobel de Medicina o Fisiología, reconoció con este premio a los estadounidenses Elizabeth H. Blackburn, Carol Greider y Jack W. Szostak, por descubrir "cómo los cromosomas son protegidos por los telómeros y la enzima telomerasa", según consta en el fallo.

"Los descubrimientos de Blackburn, Greider y Szostak han añadido una nueva dimensión para la comprensión de la célula, han arrojado luz sobre los mecanismos de enfermedades y han estimulado el desarrollo de potenciales nuevas terapias", destacó el Instituto.

Sus trabajos han probado que los telómeros -extremos de los cromosomas- y la enzima que los forma, la telomerasa, explican un problema principal en la biología: cómo se copian los cromosomas en las divisiones celulares y cómo se protegen contra la degradación.

Este hallazgo ha abierto numerosas líneas de investigación, una de las principales relacionada con las células cancerígenas, que suelen tener una actividad elevada de telomerasa, lo que ha propiciado distintos estudios que incluyen también ensayos con vacunas.

Males hereditarios

Gracias a la telomerasa se sabe también que males hereditarios como ciertas formas de anemia, enfermedades dermatológicas o pulmonares, están causadas por defectos en esta enzima.

En cada división celular los telómeros forman un anillo protector en torno a los cromosomas, que se va reduciendo al progresar la mitosis hasta alcanzar un grosor que le impide seguir protegiendo la célula, lo que conduce a que ya no pueda dividirse o muera.

La telomerasa contribuye a evitar que los telómeros vayan perdiendo tamaño, pues en cada división acopla nuevos módulos celulares a los extremos del cromosoma y los hace crecer de nuevo.

Este proceso tiene efectos positivos para las células "buenas" pero negativos para las "malas": al evitar su muerte, incluso la de las cancerígenas, fomenta el crecimiento de los tumores.

Los telómeros ya fueron descubiertos en la década de 1930 por los estadounidenses Hermann Joseph Muller y Barbara McClintock, que ganarían el Nobel de Medicina en 1946 y 1983, respectivamente.

En la década de 1950, los científicos comenzaron a comprender cómo se copiaban los genes, pero no lograron descifrar el proceso de división celular: hubo que esperar tres décadas más.