A las 11 horas y 42 minutos del 2 de octubre de 1959, miles de canarios vivieron con los ojos puestos en el cielo un acontecimiento histórico, un eclipse total de sol que convirtió a Canarias en un gran observatorio para investigadores procedentes de todo el mundo.

Cincuenta años después, una veintena de testigos de este fenómeno, determinante para el desarrollo de la astrofísica en las islas, se dieron cita en el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife para relatar cómo vivieron esta experiencia, que no volverá a repetirse hasta 2187.

Aquella mañana, durante poco más de dos minutos y medio, la Luna, en su movimiento alrededor de la Tierra, ocultó por completo el llamado "disco solar" permitiendo a los espectadores de este acontecimiento observar zonas del sol, que normalmente sólo son visibles con instrumentación especial. La mitad noreste de Tenerife y Gran Canaria y el suroeste de Fuerteventura fueron las zonas privilegiadas para su observación.