SEPTIEMBRE de la vendimia / de ríos en los lagares / de sueños de dulces mostos / y Cristos para rezarles? Septiembre es la vuelta a todo, salvo excepciones que han decidido evitar las aglomeraciones en los lugares públicos para iniciar ahora su tiempo de holganza; siempre en la medida de sus posibilidades económicas. Pues no es lo mismo viajar a lugares determinados de cualquier continente que conformarse con unas leves escapaditas a la playa más cercana, si es que se dispone de ella. Que no es el caso de Santa Cruz, con unas Teresitas abandonada a su suerte y todo un litoral, incluido el Parque Marítimo, cerrado por desastre ecológico o administrativo.

Inevitablemente, y a la vista de los hechos, la memoria se retrotrae a las vivencias personales de antaño. En mi generación, las madres aprestaban como podían la indumentaria y los libros para el próximo curso escolar. Se recosían y adaptaban ropas de los hermanos mayores, cuando los había, o se daba la vuelta a la tela de las americanas y pantalones que algún familiar no usaba por quedarle estrechos, porque el niño crecía a base de gofio que daba gusto. Luego, el siguiente paso era llevarlo a la peletería, en mi caso a Calzados Dorta, en la Rambla de Pulido, para comprarle las recias botas todoterreno del curtido. Que lo mismo servían para jugar un partido de fútbol que para ir de excursión y, por supuesto, para uso cotidiano durante todo el año. Aunque, si se podía y el pie no había crecido mucho, porque las madres previsoras compraban siempre uno o dos números más grandes, se llevaba la deteriorada bota al zapatero remendón para coserle unas flamantes suelas nuevas. Luego, con un poco de tinte para disimular las rozaduras y betún para abrillantarlas, su aspecto no tenía que envidiar, casi, a una bota recién comprada en la tienda. En cuanto a la ropa de gimnasia, las madres lo tenían más fácil, pues se recurría a la tela de los sacos de azúcar cubana (alguien me dijo que eran de muselina) para confeccionar el pantalón de deporte, procurando que el sello rojo del logotipo "azúcar de Cuba" quedara en una parte no visible, con un bolsillo o dos en el trasero para guardar las estampas, boliches y otros menesteres. La camiseta era invariablemente una blanca de las de vestir, y como calzado deportivo las sufridas lonas del ocho y sin calcetines. Que conste que esto último lo refiero a un colegio de pago, como lo eran San Ildefonso y las Escuelas Pías, así que me imagino que en las escuelas públicas la precariedad tenía que ser aún mayor, si cabe.

Hoy, en pleno siglo XXI, me comentaba el otro día una joven madre, trabajadora del hogar por horas, que el equipaje de su niña de tres años, es decir, de Preescolar, ya iba por los 600 euros y aún le faltaban los cuadernos para pintar y hacer palotes. Igualito, igualito, que diría el abuelito. Es obvio que a mayor grado escolar, mayores gastos en utensilios y libros, hasta llegar al inevitable ordenador portátil personal. Dígannos de dónde van a sacar los padres para tanto gasto, si no han sido antes precavidos y han restringido esas deseadas vacaciones. En fin, unos apretados, los mileuristas que son mayoría, y otros holgando allende los mares gracias a su fortuna personal o a la fortuna pública. La de todos los que pagamos para que muchos vivan de forma permanente de la política sin dar un palo al agua, salvo contadas excepciones.

Pero he dejado para el final la parte más agradable, a la que aludía en mi copla inicial. Septiembre es por antonomasia el mes de los Cristos y la Vendimia. Las veneradas imágenes salen en procesión, seguidas por una fervorosa multitud, y alrededor de ellas se ciernen una serie de actos populares tradicionales, que se entremezclan con el olor a mosto que sale de los lagares, camino al sueño casi monacal de las bodegas para erigirse en supremo néctar por San Martín o San Andrés.

En definitiva, se avecina un nuevo curso en todas las índoles, nada fácil según las perspectivas económicas pero no imposible. Aunque, por supuesto, seguiremos siendo cada vez más incrédulos ante las mentiras institucionales sobre la temporalidad del alza de los tributos, porque a este zapaterista Gobierno no le salen las cuentas.