En la entrevista de hace diez años, se repasaban algunos datos y hechos que dejaban muy claro ya entonces la impresionante labor que estaba desarrollando Vicente Ferrer en la India, legado que lo convirtió en referente mundial, algo que no fue bien visto por parte de la jerarquía católica, de la que Ferrer acabó desentendiéndose pronto, y que pone en entredicho a muchos políticos que no pasan como debieran de la palabra a la acción. Como se recalcaba en el texto de aquel 25 de abril de 1999, Ferrer no dejó de repetir nunca que el sufrimiento no está para ser entendido, sino para ser resuelto. Hasta 1999, su Fundación, compuesta por unos 50.000 españoles que aportan ayudas económicas y que a finales de ese año se acercaron a los 70.000, así como sus múltiples colaboradores en la India, se afanaba por que más de un millón de personas mejorasen sus condiciones de vida. Las cifras que lo avalaban por aquel entonces eran y siguieron siendo casi interminables: más de mil escuelas creadas, 62.500 niños escolarizados, cuatrocientos profesores especializados, cuarenta talleres de formación profesional, campañas de fomento del ahora en la infancia y clases para adultos; cinco hospitales, seiscientos profesionales sanitarios, seiscientos mil enfermos atendidos y formación en primeros auxilios de las mujeres de los casi mil pueblos de la región; dos mil quinientas viviendas nuevas y otras 1.235 en construcción, trescientos cincuenta edificios comunitarios, trece mil casas rehabilitadas, creación y mejora de las infraestructuras (caminos, saneamiento, etc.); cuatro mil pozos para regadío, trescientas cincuenta fuentes de agua potable, doscientos cuarenta embalses, seis millones de árboles plantados y doscientos cincuenta mil frutales, novecientas diez plantas de gas biológico, seiscientos hornos no contaminantes; veinte mil mujeres activas en las novecientas cincuenta asociaciones femeninas creadas; dos centros para discapacitados... Nunca el tópico de los hechos frente a las palabras se cumplió tanto. Los que sientan "la llamada de la humanidad" a la que no paró de aludir Vicente Ferrer durante toda su vida, después conocer estos datos, repetidos con insistencia en las últimas horas tras su triste fallecimiento, sólo tienen que marcar el teléfono 902 222929 y, entre otras cosas, apadrinar un niño hindú por una cifra ridícula.