La Conferencia Episcopal denuncia que el el anteproyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo pretende calificar el aborto provocado como un "derecho" que habría de ser protegido por el Estado, lo que es una "fuente envenenada de inmoralidad e injusticia que vicia todo el texto".

"Decidir abortar es quitar la vida a un hijo ya concebido y eso sobrepasa con mucho las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre o sobre la elección de la maternidad", según afirma una declaración hecha pública hoy por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal.

Así, los obispos subrayan que "ningún católico coherente con su fe" podrá aprobar ni votar a favor de este anteproyecto, que supone un "serio retroceso" sobre la actual legislación despenalizadora, ya de por sí "injusta".

Matizan que sus reflexiones se dirigen "a todos" y piensan que podrían ser aceptadas también por muchos que no comparten la fe católica, pues giran en torno, argumentan, "al derecho de la vida de todo ser humano inocente, un patrimonio común de la razón humana".

El documento episcopal que analiza el anteproyecto legislativo asegura que eliminar una vida "no es nunca un asunto meramente privado".

Por el contrario, se trata de un acto de gran trascendencia pública que afecta grave e indirectamente al bien común.

"La vida de cada ser humano es un bien básico -dice la declaración-, sagrado e intangible; y el derecho a vivir no está a disposición de nadie: no puede ser violado por ningún ciudadano ni por el Estado."

El Estado, prosigue, no puede erigirse en árbitro sobre la vida humana adoptando medidas legales que toleran o justifican como supuestos derechos acciones individuales que atentan contra el derecho a la vida.

También consideran los obispos que se facilita a las gestantes la eliminación de los hijos, en lugar de proteger la maternidad y la familia.

Añade la nota que incluir el aborto en la política sanitaria falsea siempre gravemente el acto médico, que queda desnaturalizado cuando es puesto "al servicio de la muerte"

"Frente a la evidencia de que donde hay un cuerpo humano vivo, aunque sea incipiente, hay un ser humano y una dignidad inviolable, se establecen plazos de gestación y de presencia humana de los que no es posible dar razón suficiente", opinan los obispos.

Además arremeten contra la "imposición" de una determinada concepción del ser humano a toda la sociedad por medio del sistema educativo:

"Se comete la injusticia de imponer una determinada educación moral sexual que, además, por se abortista y ''de género'', tampoco será eficaz ni como verdadera educación ni como camino de prevención del aborto".

Para los obispos es llamativa la ausencia total de la figura del "padre del niño que a va a ser abortado".

"¿Por qué se le exime de toda responsabilidad y se le priva de todo derecho?", se preguntan.

Las mujeres tentadas de abortar o las que ya lo hayan hecho, dicen los obispos, "encontrarán siempre en la comunidad católica el hogar de la misericordia y del consuelo".