Recuerdo que lo conocí en un acto de presentación de la Asociación para la Diabetes a los medios de comunicación. Ahí estaba apoyándonos altruistamente, como lo ha seguido haciendo. Nos daba a los pacientes mensajes esperanzadores y nos animaba a luchar por nuestro derecho a recibir una atención mejor. Y todo esto la hacía con una gran humanidad y pasión. Pasión de la que nos ha contagiado a muchos a lo largo de estos años.

He tenido el enorme privilegio de trabajar en distintos proyectos junto a él y de ser paciente suyo. Es defensor de abarcar los aspectos psicosociales en la atención al paciente y predica con el ejemplo. Alfonso López Alba fue el primer médico que me escuchó con atención y verdadero interés, me preguntó por mi vida y se preocupó por adaptar mi tratamiento a mis necesidades e intereses. A él le debo, en gran parte, tener una vida plena con diabetes y mirar el presente y futuro con optimismo y, al mismo tiempo, saber todo lo que nos falta por hacer.

Cuando me dijeron "Alfonso se nos va", tuve sentimientos contrapuestos. Por un lado sentí una gran pérdida y cierta indefensión: ¿y ahora qué? Recordé muchos momentos que habíamos disfrutado de su presencia como profesional y como persona y tuve la sensación de estar perdiendo algo enormemente valioso. Sin embargo, por otro lado me alegré mucho por él y por su estupenda familia; se iba a su tierra natal, Asturias, donde le ofrecen realizar el sueño por el que siempre ha luchado.

Alfonso, me consta que muchas personas que hemos tenido la suerte de conocerte compartimos estos mismos sentimientos. Te deseamos justo lo que te mereces: lo mejor. Y no te pensamos echar de menos, porque no vamos a prescindir de ti. Y es que contigo cobra sentido la famosa frase de Bertolt Brecht "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles". Te queremos.

*De la Asociación para la Diabetes de Tenerife