EN LA SITUACIÓN actual, la Enseñanza Secundaria y el Bachillerato se han diseñado desde unos principios o presupuestos teóricos que valoran en exceso el aspecto más instrumental de la educación orientada hacia una realidad mercantil y laboral, en detrimento de los principios de formación integral de la persona, por lo que el diseño del currículo ha sufrido un bandazo hacia materias instrumentales dejando al margen las materias más formativas: las llamadas Humanidades.

Las materias que constituyen el núcleo duro de las Humanidades, como la Filosofía, la Historia, la Literatura, la Educación para la Ciudadanía o la Ética tienen en común que la finalidad de su actividad es desarrollar la racionalidad crítica y la visión integral del ser humano, mientras que las materias instrumentales tienen como finalidad desarrollar aspectos específicos de habilidades intelectuales concretas. Ambos aspectos son necesarios en la Educación. El problema actual es que la balanza se ha descompensado de tal manera que las Humanidades casi han desaparecido en la Enseñanza Obligatoria y en el Bachillerato. La tendencia de los últimos años ha sido dar cada vez menos espacio horario a estas materias, de tal forma que su presencia en la formación del alumnado es casi simbólica.