EL DESARROLLO tecnológico ha secuestrado la vieja aspiración ilustrada de formar ciudadanos libres a través de una educación integral basada en la denominada cultura general. Hemos asistido a demasiados debates sesgados en el mundo educativo, la cultura científica sigue reclamando más espacio en los currículos académicos, las Humanidades protestan por el recorte que sufren las letras. Humanizar la educación debería significar acercar a los alumnos a las corrientes de pensamiento, a las tendencias artísticas o a las teorías científicas, y esta tarea no entiende de ciencias o letras. Mientras sigamos librando esa batalla entre las llamadas dos culturas estaremos abocados al fracaso. Enseñar las diferentes disciplinas a través de la historia de cada una de ellas, podría brindarnos una oportunidad para derribar esos sólidos muros de contención que parcelan el conocimiento, porque nos obligaría a la interdisciplinariedad, a profundizar en el esfuerzo por comprender "al otro", ahora, que es tan importante la mirada.