La violencia en los centros educativos "no se puede separar del absentismo y el fracaso escolar", recalcó Amalia Gómez, ex secretaria general de Asuntos Sociales y profesora de instituto durante muchos años, a propósito de su libro "La escuela sin ley".

Ese complejo problema se puede "prevenir al mismo tiempo que erradicar", pero cualquier solución duradera pasa, a su juicio, por recuperar el "sentido de esfuerzo y respeto" en la enseñanza y por una "política de Estado de educación, que ningún Gobierno ha hecho".

Gómez, que ahora preside la Cruz Roja sevillana, evita hablar de cifras de acoso, a la espera de que el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar creado hace dos años pueda ofrecer datos de 2008. Pero reconoce que "lo que está aflorando es suficientemente grave como para pensar que hay un importante número de casos", y advierte de que el argumento de "no crear alarma social es una coartada" que sólo puede empeorar la situación.

De hecho, aunque discutidas, hay cifras inquietantes. Uno de cada cuatro alumnos refiere algún tipo de acoso escolar, recalcó la asociación SOS Bullying a partir del informe Cisneros X del Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo (el 23,3% denuncia malos tratos frecuentes en las aulas) y de un estudio de la Organización Mundial de la Salud en 35 países que señala un 24% para España. En la misma línea, también el Defensor del Pueblo confirmó esa preocupación al constatar que el 24% del alumnado de ESO dice tener miedo a ir a clase.

Las autoridades educativas y organizaciones de padres de alumnos como la CEAPA rechazan tales cifras, porque supondrían "casi una situación de guerra civil" que no existe en los centros. Pero lo cierto es que, como subrayaba una víctima tras diez años de acoso y un auténtico "exilio forzoso por bullying" de toda su familia, "cuando te están agrediendo, las cifras dan lo mismo: lo que quieres es que te ayuden". De ahí la insistencia de Amalia Gómez en que, más allá del título, su libro está "escrito desde la esperanza, sin caer en el pesimismo de que todo es violencia, ni en el optimismo de considerar incidentes cosas que deterioran la convivencia escolar".

Fracaso compartido

La violencia no es un fenómeno nuevo, remarca Gómez, pero "hoy no se trata de eso, sino de resistencia a la autoridad" del profesorado. Y sin ese mínimo respeto que facilite la "reciprocidad de ida y vuelta" entre docente y alumnado, la tarea educativa es inviable.