La playa de Almáciga se ha convertido en uno de los santuarios obligatorios de los aficionados al surf, especialmente de la capital tinerfeña. Las razones: su naturaleza privilegiada, la cercanía a Santa Cruz y la posibilidad de encontrar en gran parte del año el escenario perfecto para desarrollar esta actividad deportiva. Pasional y exigente, a partes iguales.

Jonay Pérez Darias cita Almáciga entre sus lugares preferidos para practicar el surf. En su particular lista estaría en el segundo puesto después de Bajamar y algún punto concreto del Sur. Pero en la elección final todo depende tanto de la climatología como de la cercanía, casi al cincuenta por ciento. "Un surfero del Sur raramente vendrá a Almáciga y uno de Santa Cruz se lo piensa a la hora de ir al Sur", indica. En el caso de esta playa del litoral de Anaga, lo que nunca falla es el espectacular paisaje, una buena accesibilidad y lo que define como un "dos por uno": una estupenda playa para bañarse y practicar surf. El mejor momento, en otoño y primavera.

A sus 37 años, Pérez ha visto el desarrollo de esta modalidad y cómo cada vez se ha ido implantando con más fuerza. Cuando comenzó a aprender lo hizo fijándose en los demás surfistas, mientras hoy existen alrededor de medio centenar de escuelas repartidas por la Isla. Como mínimo. Por lo tanto, no cree descabellado hablar de auge de esta afición, convertida en una moda.

"Pero me da que más de uno se va a llevar un chasco. Este es un deporte muy psicológico y a la vez requiere estar en buenas condiciones físicas. El surf no se practica cuando uno quiere, sino cuando el mar dice, y entonces tienes que estar preparado", dice.

Este chicharrero cree que a veces en lugar de hacer gala de deportividad se incurre en el egoísmo porque "algunos quieren coger todas las olas. El surf es una forma de vida y muchos no entienden, por ejemplo, que vivas pendiente de los partes meteorológicos". Hace años compró una furgoneta con la que siempre que puede recorre la Isla y pasa las noches en plena naturaleza. Calcula que el surf ocupa la cuarta parte de su vida, de sus preocupaciones y de sus gastos.

Comenzó a practicarlo a los siete años, cuando veraneaba en Torviscas y su abuela le compró el clásico boogie. Dice que es ahora cuando más lo disfruta y señala que otra de las ventajas es que no hay edad para practicarlo. Resalta el desinterés de las autoridades hacia una modalidad deportiva que en Canarias tiene enormes posibilidades. Y se queja de que en el caso de Almáciga ni siquiera cuentan con duchas o baños. Las nuevas tecnologías permiten que los aficionados estén en contacto y pasen información sobre cuál es la mejor playa y hora para deslizarse sobre las olas. O conocer a tiempo real las condiciones meteorológicas de casi cualquier lugar de la costa.

Sandra González lleva cuatro años al frente del quiosco de Almáciga. Ha podido comprobar con asombro cómo "cada vez se mete más gente a coger olas". Hasta este punto del litoral chicharrero llegan a lo largo del año miles de jóvenes, muchos para recibir clases de las escuelas. La simbiosis con el surf es tal que si no hay olas adecuadas, "te puedes encontrar muchas veces con la playa vacía".

La pareja formada por Borja Acosta y Raquel Araujo tiene Almáciga como su principal "punto de surf". Rara es la semana que no vienen, al menos, en tres ocasiones. Acosta destaca que no suele haber mucha gente, su cercanía, el paisaje y que reúne todas las condiciones para practicar este deporte. Su época preferida para venir es el verano. Acosta tiene 22 años y lleva cinco practicando el surf. Al igual que casi todos los aficionados considera que es "la libertad que te proporciona" su principal atractivo. Araujo inició su afición y aprendizaje hace un año, cuando tenía 17. En este tiempo ya se está enganchada a la sensación de deslizarse sobre una ola. Almáciga es su playa preferida junto con Roque de las Bodegas, situada justo al lado, y hasta aquí acude siempre que puede, excepto cuando las olas no aparecen bien definidas o, como ella misma dice, "el mar está revuelto". Raquel cree que las mujeres van ocupando el lugar que les corresponde y merecen en este deporte, tanto en cantidad como en calidad. Asegura que no ha tenido que enfrentarse a ningún tic exageradamente machista. "A veces los chicos se quieren quedar con todas las olas, pero bien...".