"No creo que sea algo contra mí, sino una acción de simples gamberros porque le ha pasado a casi todo el mundo aquí. Es habitual, no ya que prendan fuego, sino que rajen el material". Lo asegura Alexis Rivero, propietario del centenar de hamacas quemadas hace quince días en la playa de Las Teresitas. "Aquí, valora, no hay luz ni vigilancia. Todo ocurrió sobre las dos de la mañana y no hubo nada que hacer. Solo la quema de las hamacas, cuyo valor es de 90 euros, ha supuesto una pérdida de 9.000 sin contar sombrillas y colchonetas. Estas últimas cuestan 38 por unidad. Hemos tenido que poner cadenas y candados a todo". Alexis tiene la concesión de Costas -paga un canon de 4.000 euros- para explotar las hamacas en los sectores 3 y 4 de la playa. Explica que "solo hemos podido renovar 74 hamacas porque no hay stock suficiente".

"Vamos a seguir trabajando porque no queda otra, pero sí habría que solicitar que hubiera más y mejor seguridad en la playa", apuntó Rivero.

Lázaro, empleado de Rivero, se afanaba a pleno sol por acumular las hamacas y llevarlas a un lugar a la sombra, además de cobrar el ticket a los usuarios. La jornada laboral se extiende un día cualquiera, sin entender de sábados, domingos o festivos, de diez de la mañana a siete de la tarde.

Lázaro, inpertérrito, continúa con su tarea, mientras en los quioscos cercanos la sugerente música (a tope), las risas a carcajadas o las voces para acompañar las melodías -convenientemente regadas de cerveza- demuestran que "el verano ya llegó, ya llegó, ya llegó", como dice la copla. Para algunos, que gozan de vacaciones. Otros, como Lázaro, saben que se la juegan en esta época para todo el año.